El Parque Nacional del Lago del Cráter (Crater Lake National Park) se ubica en la zona sur del estado de Oregón, en la Cordillera de las Cascadas, en Estados Unidos.
Constituye el lago más profundo de Estados Unidos, con una profundidad media de 350 metros y puntos máximos de 589 metros, y es uno de los más bellos del planeta.
El Monte Mazama, que colapsó de manera violenta tras una erupción hace unos siete mil años - una colosal detonación que le hizo perder casi un kilómetro de altura - fue el engendró el inmenso cráter que hoy ocupan estas aguas.
En los siete siglos posteriores, fue enfriándose a la par que la lluvia y la nieve lo colmaban de agua, pues no cuenta con ningún arroyo o corriente que lo sustente, como tampoco ninguna vía de desagüe, salvo la propia evaporación o las filtraciones del subsuelo.
Cercado por las escarpadas paredes que lo concibieron, y ahora lo guarecen, deslumbra con su gran hermosura geológica, con el destellar de sus mansas aguas cristalinas sobre las que despunta apaciblemente la antigua cima del volcán, convertida en el actual Wizard ('Mago'), un islote conquistado por la vegetación junto a la orilla oeste.
Según los estudios, las aguas del lago son unas de las más puras de toda norteamérica, debido principalmente a la ausencia de afluentes que arrastren contaminantes y sedimentos hasta ellas, alcanzando cifras récord en las tasas de transparencia del fluido.
No en vano hace siglos ya la tribu amerindia de los klamath lo consideraban sitio sagrado, y se cree que hasta pudieron haber sido testigos del cataclismo del monte Mazama y de la formación del lago.
Y es que existe una leyenda klamath que narra la épica batalla entre el dios del Inframundo, Llao, y el dios del Cielo y la Tierra, Skell.
Según el mito, Llao se enamoró de la agraciada hija del jefe de los klamath, la cual, temerosa ante el terrible ser, rechazó sus pretensiones de amor.
Entonces la despechada divinidad intentó aniquilar toda la tribu, pero Skell se apiadó de ellos y entabló un combate terrible contra su adversario - lo que provocó el derrumbamiento del monte -, arrastrando a Llao al mundo subterráneo y confinándolo en sus entrañas para la eternidad.
Quizá por ello sea que el este Lago del Cráter moldea un paisaje tan bello como dramático y singular, donde la geología y el mito se unen para recordarnos nuestra indefensión ante la cólera de la naturaleza, un entorno desgarrado por las fuerzas geológicas de un gigante actualmente dormido, pero que aún conserva actividad hidrotermal en su lecho, advirtiéndonos de la ira latente que, como la del propio Llao, algún día podría vovler a desatarse...
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