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Elemento de poder: Imágenes de heráldica - OBTENER Y AFIRMAR SUPREMACÍA


El estudio de la historia del arte nos ha mostrado que las imágenes son desde sus orígenes un medio de afirmar el poder.

Poder mágico y religioso desde las primeras muestras del arte paleolítico; poder político y económico, también, a partir del neolítico y de las primeras civilizaciones, como la egipcia.

Después, variaciones sobre el mismo tema, sin demasiada originalidad, hasta hoy mismo; mayor complejidad y ambigüedad a medida que las sociedades aumentan de tamaño.

Así podemos ver cómo, en plena Edad Media, el monopolio imaginario que detenta y emplea al principio sin miramientos la Iglesia, es roto por la realeza, que recupera el gusto - quizás también la necesidad imperial - por las imágenes como exaltación del poder máximo, sin atreverse, claro está, a la divinización a que habían llegado los emperadores romanos.

El arte románico es una explosión de imágenes que canta las glorias del cristianismo triunfante; ante su éxito, reyes y caballeros no se quedarán cruzados de brazos, sino que tratarán de apropiarse, en la medida que puedan, de ese maravilloso recurso de poder.

En ese ambiente de pleno triunfo icónico, después de la escasez de siglos anteriores y de las inquinas iconoclastas, nace el escudo de armas o blasón, imagen simbólica real y nobiliaria por medio de la cual se manifiesta el estatus, el poder personal y familiar.

Por eso se muestra en las ropas, en las armas, en los caballos, y también en la casa - propiamente dicha y en la de ultratumba, en los enterramientos -.

En las fachadas de palacios y casas nobiliarias, aparecen en la Edad Media con un tamaño mediano o pequeño, y sin apenas decoración o, en todo caso, muy sobria.

Sin embargo, a partir del Renacimiento, se fue produciendo lo que Caro Baroja denomina una 'fiebre heráldica'.

Así, en los siglos XVI, XVII y XVIII se multiplican las labras heráldicas que a veces no están en proporción con la importancia de la casa, lo cual da cierta idea de orgullo desmedido.

Pero podríamos aseverar que esas mismas señales no sólo muestran sino que también generan más poder, y - por supuesto - ansias de apropiarse de él por parte de quienes se creen con fuerza suficiente para llegar arriba.

Y esas imágenes han sido repetidas desde época medieval.

En Europa, en general, se han utilizado cuatro: la cruz, el águila, el león y la flor de lis, que funcionaban a modo de emblemas de la religión cristiana, del poder imperial, del real y de la Virgen María  - en Francia también de la monarquía - respectivamente.

En algunas naciones hay ciertas peculiaridades; por ejemplo, en Inglaterra el leopardo sustituye al león como emblema real; en Castilla, los reyes usaron el castillo, que pronto se unió al león del Reino de León.

Junto a estas hay otras muchas imágenes que se repiten constantemente: torres, puentes, armas, partes del cuerpo (cabeza, mano, brazo), animales, aparte de los ya dichos, como jabalíes, lobos, osos, aves, etc., plantas y seres fantásticos, como dragones, grifos y sirenas.

Y es que en todo caso, la heráldica, en tanto que es muestra de un estamento del Antiguo Régimen, tiene una función diferenciadora, discriminadora dentro de la estructura social, una función puramente estamental: mostrar y justificar su poder como estamento privilegiado.

Esta misma función estamental se da en los blasones de tipo eclesiástico, tanto en los de las jerarquías, que tenían derecho a escudo propio, como en los de los simples párrocos, que usaban las llaves de San Pedro acompañadas, a veces, de algún otro objeto religioso, como la tiara o el cáliz...


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elementos de poder en
TAROT DE MáXMO
fuente: Arturo Martin Criado (Revista de Folklore)

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