El intercambio forma parte de la cultura berlinesa.
Es relativamente frecuente encontrar, en el patio interno de los edificios, sobre la repisa de alguna ventana, un paquete de café a medias - precintado contra la lluvia -, o una caja de galletas sin abrir.
Los ha dejado ahí algún vecino que no iba a consumirlos y que, en lugar de tirarlos a la basura, cae en la cuenta de que a alguien podrían venirle bien.
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Nada se tira, todo se recicla, con el intercambio ganamos todos!
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Este mismo espíritu es el que ha inspirado la iniciativa de 'Foodsharing', una plataforma de lucha contra la sobreproducción de la industria alimenticia y el consumismo, que ha instalado ya dos neveras públicas de intercambio de alimentos para que los transeúntes puedan depositar y recoger comida de forma gratuita y desinteresada.
Según un estudio de la Universidad de Stuttgart, cada alemán tira a la basura 82 kilos de alimentos al año, la mayor parte de ellos alimentos frescos.
Es por eso que Foodsharing ha aportado los refrigeradores, para posibilitar el intercambio de productos con fecha de caducidad.
La normativa que establecen es mínima: Los alimentos depositados deben estar enteros y ser consumibles, o sea que no pueden haber caducado, y nunca dejarse carne picada o productos con huevo o leche fresca sin cocinar, por cuestiones de salubridad.
Además aconsejan sólo llevarse aquellos productos que se van a consumir en el día.
- Queremos revalorizar los alimentos, recordar que son mucho más que una mera mercancía, y señalar que el intercambio genera un valor añadido de satisfacción que ninguna transacción comercial puede llegar a igualar '-, presume Anna Santaella, una usuaria encantada de depositar unas coles chinas...
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el tarot en los hechos (historias que atender)
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fuente: Rosalía Sánchez (El Mundo)
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