A pesar de lo que muchos creen, no fue el uruguayo Mario Benedetti el autor de la tercera oración más repetida en todo el orbe, a saber El Padre Nuestro, el Avemaría y la Oración de la Serenidad.
La misma dice:
- Dios, concédeme la serenidad para
aceptar las cosas que no pueden cambiarse,
el valor para cambiar las cosas
que deberían ser cambiadas,
y la sabiduría para distinguir
las unas de las otras -
Quien se inicie en la Fraternidad de los A.A. (Alcohólicos Anónimos), donde cada junta o terapia de grupo se comienza con la susodicha plegaria, y pregunte a un miembro más viejo por su autoría, seguramente recibirá por respuesta que la creó San Francisco de Asís.
Pero resulta que nunca, y bajo ninguna circunstancia, el monje o el poeta asumieron la autoría del texto.
Tampoco la Oficina de Servicios Generales (O.S.G.) de los A.A. - radicada en New York - emitió información alguna al respecto.
Y mucho menos se la adjudicaron William (Bill) Wilson o el Dr. Robert (Bob) Smith, cofundadores de dicha comunidad.
Todo parece apuntar hacia una de esas raras y accidentales coincidencias, muy comunes (valga la paradoja) que ocurre cuando un grupo de personas, en igualdad de intereses, descubre una frase identificatoria y la asume sin preocuparse ni mucho ni poco por quién, cuándo ni cómo fue generada.
Pero lo verdaderamente curioso del asunto es que dicha oración siempre fue enunciada de manera totalmente incompleta, y así trascendió hasta nuestros días sin que a ninguna de las tantas instituciones que la utilizan (pues ya no son únicamente los de A.A.) se le ocurriese recitarla en su totalidad.
El texto original, expresa:
- Dios, concédeme la serenidad para
aceptar las cosas que no pueden cambiarse,
el valor para cambiar las cosas
que deberían ser cambiadas,
y la sabiduría para distinguir
las unas de las otras.
Viviendo un día a la vez,
disfrutando de un momento a la vez,
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz.
Tomando, como lo hizo Jesús,
a este mundo pecador tal como es,
y no como me gustaría.
Confiando en que tú harás que todo esté bien
si me rindo a tu voluntad,
y de forma tal que pueda ser razonablemente feliz en esta vida
y suprema y eternamente feliz contigo en la siguiente.
Amén -
Alguien podría decir que el espléndido poder de síntesis, más la erudición condensada en los primeros párrafos, dejan fuera de combate al resto de la plegaria.
Por otra parte, como la intención de los A.A. siempre fue bloquear cualquier tipo de confrontación o proselitismo religioso dentro de sus filas, pues obviaron a propósito la otra parte del texto, un tanto más comprometida con la doctrina cristiana, a no ser que desde que la encontraron ya viniese incompleta.
Pero lo cierto es que el único dato histórico que poseemos ahora mismo confirma que cierto miembro de la fraternidad, mientras consultaba un obituario, descubrió la susodicha oración y se la mostró a Bill Wilson, quien de inmediato la adoptó como lema o jaculatoria para abrir las reuniones de la incipiente comunidad.
Aquellos vientecitos produjeron estos aguaceros y en la actualidad más de 3 millones de personas la repiten cada día al comenzar o terminar una junta de A.A. sin preocuparse apenas de su procedencia, o son absolutamente desinformados al respecto por otros miembros más veteranos.
También es usual que la repitan varias veces al día, bien al tener que enfrentarse a situaciones estresantes o sencillamente a la hora de dormir, levantarse, etc.
Pero ahí no terminan los avatares de la Oración de la Serenidad; ahora mismo está siendo utilizada por miles de instituciones de salud en el mundo entero, como una excelente herramienta terapéutica para orientar a sus pacientes en el camino hacia la adaptación social.
Todas, o casi todas las congregaciones religiosas o fraternales la promueven, e incluso la estudian y debaten sin distinción de credos y doctrinas.
Se utiliza, como al principio vimos, en los centros de enseñanza superior, etc.
Tal su universalidad.
Pero – finalmente - por quién, cómo, cuándo y dónde fue concebida esta tan célebre Oración de la Serenidad?
No pecan de acudir al absurdo total quienes la asocian con el conocido poeta uruguayo, puesto que como habrá podido advertirse, de la misma emana una suerte de aliento poético en nada reñido con el discurso que conocemos de Benedetti.
Tampoco los que se la atribuyen a San Francisco de Asís quien ya había escrito otra famosa plegaria que ha dado la vuelta al mundo por obra y gracia de la Orden Franciscana, y que poco o nada desmerece la que ahora nos ocupa.
Pero definitivamente el autor es un personaje muy lejano a ambos.
Se trata del teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr (1892-1971), como revela Elisabeth Sifton - hija de Niebuhr - en un libro recién publicado con el título Fe y política en tiempos de paz y de guerra.
La oración fue compuesta un domingo de 1943, durante las ansias de la Guerra Mundial.
Niebuhr fue un teólogo de izquierda, socialista en su juventud, antifascista y antiestalinista enconado.
Observa también su hija, en una entrevista concedida al periodista Hugo Hiriart, que a su padre no le molestó en lo absoluto que una versión abreviada de su oración fuera empleada por quienes luchaban contra su adicción al alcohol, ni que se ignorara no sólo que él era el autor, sino que hasta tenía un autor.
Podría alguien imaginarse a algún autor actual asumir tal postura?
Pensar en alguna de las 'vacas sagradas' de cualquier parte del planeta siendo víctima de semejante estropicio u falta de homenaje, según quiera tomarse?
Cuál sería la reacción? Cuánto el escándalo?
Definitivamente, Reinhold Niebuhr disfrutaba una humildad a prueba de balas.
Al parecer nuestro hombre a la larga resultó más anónimo que los propios Alcohólicos Anónimos.
Ironías del destino pero que, bien vistas, en realidad también le honran...
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TAROT DE MáXIMO
fuente: artículo de Jorge Luis Mederos Betancor
para Ogún Guerrero (ogunguerrero.wordpress.com)