'De tan feo es hasta lindo', 'el hombre cuanto más imperfecto más hermoso', son juicios que suelen establecer las mujeres cuando se refieren a algún señor con quien la naturaleza no ha sido del todo generosa, concretamente en cuanto a lo estético.
Tampoco es raro ver como a veces cautiva mucho más la atención una mannequin que en principio podríamos considerar no hermosa, que aquellas que si lo son de acuerdo a cánones de belleza más estandarizados.
Y así podría señalar muchos ejemplos más, en los que siempre cabrá la pregunta de qué es en realidad lo que está sucediendo allí.
Quizá la respuesta venga de Oriente.
Wabi-sabi (侘・寂 ) es un término estético japonés que describe a objetos o ambientes caracterizados por su simpleza rústica.
Es una corriente estética y de comprensión del mundo basada en la belleza y sabiduría de la fugacidad e impermanencia de todo.
Según la misma no existe algo totalmente desagradable en el universo.
Deriva de la afirmación budista de las Tres Características de la Existencia: nada dura, nada está completado y nada es perfecto.
Según Leonard Koren (autor del libro 'Wabi-Sabi: for Artists, Designers, Poets and Philosophers') la técnica se refiere a aquella belleza imperfecta, impermanente e incompleta.
Por eso algunas características de esta estética son la asimetría, la aspereza, la sencillez o ingenuidad, la modestia e intimidad, además de su natural deterioro.
El wabi-sabi ocupa, en el arte japonés, la misma posición que en Occidente se le otorga a los ideales griegos de belleza y perfección.
Andrew Juniper afirma que si un objeto o expresión puede provocar en nosotros una sensación de serena melancolía y anhelo espiritual, entonces dicho objeto puede considerarse wabi-sabi.
Richard R. Powell lo resume diciendo que ello (el wabi-sabi) cultiva todo lo que es auténtico.
Ni siquiera las palabras 'wabi' y 'sabi' se traducen fácilmente.
'Wabi' inicialmente refería a la soledad de vivir en la naturaleza, lejos de la sociedad, mientras que 'Sabi' significaría 'frío', 'flaco' o 'marchitado'.
Hacia el siglo XIV estos términos comenzaron a cambiar, adquiriendo connotaciones más positivas.
'Wabi' ahora connota simpleza rústica, frescura o quietud, siendo aplicable tanto a objetos naturales como hechos por el hombre, o elegancia subestimada.
También se puede referir a peculiaridades o anomalías que surgen durante el proceso de construcción y dotan de elegancia y unicidad al objeto.
'Sabi' es la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto y su impermanencia se evidencian en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo visible.
Ambos conceptos, wabi y sabi, sugieren sentimientos de desconsuelo y soledad.
Según la perspectiva budista Mahāyāna, estas son características positivas, al representar la liberación del mundo material y la trascendencia hacia una vida más sencilla.
Como dijo la autora Annie Dillard:
- La naturaleza se regocija con la abundancia de radicalidad, extremismo y anarquía. Si tuviéramos que juzgar a la naturaleza por su sentido común o por sus apariencias, no creeríamos que el mundo existe. En la naturaleza lo único que vale son las improbabilidades. Toda la creación es un experimento lunático. Ni un pretexto de una o de todas las revelaciones, podría ser tan exagerado como una sola jirafa! -.
La propia filosofía Mahayana, sin embargo, advierte de que la comprensión verdadera no puede alcanzarse mediante palabras o lenguajes, por lo que aceptar el wabi-sabi en términos no verbales sería el enfoque más adecuado.
Los conceptos de wabi y sabi son originariamente religiosos, pero su actual uso en japonés es bastante informal...
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