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Manual de crecimiento: El monstruo interior - QUÉ ES Y CÓMO MANEJARLO




Creo que todos tenemos una parte, en nuestra sombra, bien escondido y guardado, que es muy parecido a un monstruo.

Muchos dicen que no lo tienen, que ya lo han 'sanado', 'integrado', 'superado', o que simplemente nunca estuvo allí.

Pero lo más probable es que en realidad no quieran verlo, ni reconocer su existencia.

Y es que da miedo, culpa, vergüenza y un montón de emociones que no nos gustan cuando nos percatamos de su existencia.

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Cuándo aparece el monstruo interior?
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En algunos nunca, porque lo guardan de por vida, avergonzados de él porque no desean que los muestre fuera de lo que quieren ser: buenos, bonitos, inteligentes, generosos, bien portados, gentiles.

Pero lamentablemente esto les impulsa a buscar constantemente la demostración de que es así a través de la valoración externa, y con esto proyectan afuera todo lo que no aceptan dentro.

Comentarios del tipo 'Ay, viste cómo respondió?', 'Mira que feo como actuó en ese caso', 'Que horror!, 'Que maleducado', etc.

En otros casos se lo deja emerger sin control (ni aceptación o conciencia de su existencia previa aparición) y muchas veces termina dañando a su portador y a quienes le rodean.

Acto seguido sobreviene la culpa, uno se siente avergonzado, nos queremos meter diez metros bajo tierra y no salir.

Y es que a nadie le gusta ser visto o asociado con su monstruo, porque no queremos ser el mismo.

Aumenta el rechazo cuando el monstruo se parece en ciertos aspectos a alguno de nuestros padres,  sobre todo si siempre hemos intentado diferenciarnos de ello.

Pero el monstruo está, existe, es todo lo que no queremos ver de nosotros y surge sin medida ni control, porque de alguna forma se siente rechazado en nuestro interior, por lo que es mejor tratar de encontrar una manera de controlarlo, como en el siguiente caso:

- Cuando mi hija mayor era pequeña introdujimos un nombre para su monstruo y eso nos permitía reconocerlo, sacarlo de su personita y poder ver que era parte (no todo) lo que ella era, y que ella podía decidir sobre él.  Entonces subíamos a la terraza, a gritar, porque ese algo, que no se podía expresar constantemente, se manifestaba en su carraspera o picazón de garganta. Una vez que pudimos darle palabras al monstruo, se fue por completo la molestia física. El niño necesita sí o sí la compañía de un adulto para poder hacer esto, porque le da seguridad, confianza, y - más que nada  - porque se siente aceptado, con monstruo y todo  -.

Pero volviendo a nosotros los adultos:

-  Es el día de hoy que me avergüenzo de mi monstruo o no lo quiero mostrar, al menos en una primera instancia. Cuando, luego, conecto con él y le pregunto qué desea, qué necesita, para qué hace lo que hace, comienzo a sentir ternura por él. Ya no me da miedo mi monstruo. Es y puede ser terriblemente monstruoso, pero hace poco lo conocí mejor, y debajo de esa capa de furia y violencia sé que hay un ser muy vulnerable e indefenso, una parte de mí que quedó protegida por la monstruosidad, porque no le di asilo en su momento. El monstruo aparece cuando me siento indefensa, atacada (incluye la crítica), o no querida, ya sea por mí misma en un principio, pero también -  y por supuesto - por quienes me rodean. La salida del monstruo es mi forma de defenderme -.

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En resumen,  qué podemos hacer con nuestro monstruo?
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Lo mismo que con todo en la vida: Amarlo.

Pero amarlo requiere aceptarlo, invitarlo a estar en uno, a compartir una charla y ahondar en él para conocer el motivo de su existencia.

Es un monstruo porque uno define que monstruoso es todo lo feo de su forma de actuar, de ser, pero no es algo intrínseco, sino aprendido para resguardar algo más profundo.

Es como el enojo que siempre guarda dentro algún miedo o dolor más profundo.

Preguntarle qué teme, o qué le duele tanto, ayuda a darle lo que realmente necesita.

O sea que el monstruo es en realidad un amigo y aliado, para conocernos y amarnos más.

Conociendo sus gatillos uno puede hacer espacio y elegir en libertad.

- Cada día conozco más, que es lo que gatilla la aparición de mi monstruo y eso me permite poner un alto entre lo que percibo, pienso/siento y la acción. Lo logro? No siempre, aunque sí muchas veces. Aún hay personas o situaciones (la falta de sueño es una!) ante los que reacciono sin moderación o control. La meditación, la respiración, la terapia, el hablar con amigos, el procesar mi interior, todo eso me ayuda a desarrollar la capacidad de hacer espacio para la elección, sin estar condicionada por mi historia -.

Biológicamente, esto se traduce en una mayor actividad y desarrollo de los lóbulos frontales del cerebro, relacionados con la Inteligencia Emocional.

Está demostrado que la mayor felicidad y bienestar vienen de una mayor inteligencia emocional, y las técnicas como la meditación y la reflexión consciente nos ayuda en pos de ese objetivo.

Así que a estar atentos a cuando surge vuestro monstruo interior, a hacerse amigos de él y encontrar la mejor forma de darle a esa parte - protegida por el monstruo - el amor que realmente necesita.

Soltemos la culpa, el juicio, y todo lo que viene de dejar suelto al monstruo en nosotros, y pasemos a la compasión, el perdón y la acción amorosa...




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manual de crecimiento espiritual en
TAROT DE MáXIMO
fuente: adaptación libre de un artículo de Denise Dziwak
para Florecer del Alma (florecerdelalma.com)

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