El higo, contrariamente a lo que se piensa, no es un fruto.
Es un receptáculo carnoso - sicono - en forma de pera, que sirve de soporte a las flores masculinas y femeninas, las que sí originan pequeños frutos denominados aquenios (pepitas).
El higo es por tanto, una infrutescencia.
Los seres humanos han cultivado higueras desde aproximadamente 11.400 años antes de nuestra era.
Un artículo en la revista Science constataba el hallazgo de nueve higos fosilizados fechados alrededor de 9400-9200 a. C., en el poblado neolítico Gilgal I, en el Valle del Jordán.
Esto indica que los higos pueden haber sido de los primeros cultivos domesticados.
Pero lo comprobado es que han formado parte de la dieta habitual de diferentes culturas desde tiempos muy remotos.
En Egipto - concretamente en la pirámide de Gizah (año 4.000-5.000 a.C.) - se han encontrado dibujos representativos de su recolección.
En el libro del Éxodo forman parte de los frutos que los exploradores de Canaán presentaron a Moisés.
Entre los griegos, las higueras se consagraban a Dionisio, el dios de la renovación.
Cuando se fundaba una ciudad, se plantaba una higuera entre el ágora y el foro, para señalar el lugar donde se reunirían los ancianos.
Fue el manjar predilecto de Platón, de hecho se le conoce como la 'fruta de los filósofos'.
Galeno recomendaba su consumo a los atletas que participaban en los Juegos Olímpicos, y los ganadores en estas justas eran investidos con una corona de ramas de higuera.
Sentado bajo una de ellas fue también que Siddhartha Gautama tuvo la revelación que estableció las bases del budismo.
Rómulo y Remo - los fundadores de Roma - fueron amamantados por una loba bajo una higuera que -más tarde, en el tiempo de Plinio - era reverenciada como un árbol sagrado.
Por su parte, el mismo Plinio (62-113) dijo que los higos son restauradores, y que constituyen el mejor alimento que puede consumirse por quienes se están recuperando de una enfermedad larga, además de aumentar la fuerza de los jóvenes, preservar a los ancianos en mejor salud, y hacerles lucir más jóvenes, con menos arrugas.
Y es que entre los romanos, la higuera (debido a su productividad) era consagrada a Príapo, el dios de la procreación, guardián de los jardines y viñedos, y la personificación de falo erecto.
No en vano hasta el día de hoy es el árbol predilecto de los adoradores fálicos paganos.
De hecho todos, cuando queremos hacer un gesto obsceno, apretamos un puño a la vez que extendemos el dedo medio.
Pero este ha existido durante cientos de años.
Incluso en alguna época fue considerado el insulto más despectivo, pues implicaba que la persona a quien era dirigido era adicta al 'vicio contra natura', como tal juzgada entonces la penetración anal.
Así era conocido como 'dar la higuera', y los italianos actuales le llaman 'fare la fica' (hacer la higa).
Seguramente por todo ello las propiedades mágicas de este producto vegetal tengan tanto que ver con la fecundidad y el amor.
Quien esté afectado por este tipo de cosas bien haría en consumirlos, sobre todo cuando esté creciendo la Luna...
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elementos de poder en
TAROT DE MáXIMO