Leda, la reina de Esparta, seducida por Zeus, el dios olímpico supremo, tuvo una hija que sobrepasó en belleza a todos los mortales.
Una mujer premiada y castigada por humanos y dioses por igual, con un don tan único y virtuoso, como maldito y terrible, capaz de provocar la mejor locura de los hombres, pero también la peor cordura.
Hija de un dios, esposa de reyes, amada y odiada por todos, se trasformó en el personaje femenino más controvertido de la Antigüedad.
Desde su nacimiento, Helena vivirá para siempre sometida a la mirada escrutadora de amigo y enemigos, sólo por ser quién es, por ser cómo es, por poseer el rostro que movió a los griegos a la legendaria guerra de Troya, una de las más famosas de la historia de la humanidad.
Su niñez estuvo marcada por las funestas profecías que se cirnieron sobre su familia, y que la obligaron a vivir oculta del resto del mundo.
Luego vino su temprano matrimonio con el monarca de Esparta, Menelao, tras la competencia entre cientos de pretendientes.
Su historia de amor y traición con el príncipie troyano Paris, el propio asedio de Troya, su encuentro con personajes inolvidables, como Aquiles, Agamenón, Príamo, Odiseo u Héctor.
La venganza, el deseo, la ira, los celos, el amor, la muerte y la soledad plagaron su vida.
Por ella murieron héroes, desapareció una ciudad mítica, y Homero escribió la Illíada.
A quien quiera que amara, Helena se entregaba con todo su corazón.
Pero conquistaba a los hombres sin siquiera proponérselo, simplemente por ser la encarnación de todas las fantasías secretas e inconscientes de la mujer perfecta que todos los hombres desean.
Era a la vez virgen y ramera, calculadora y víctima.
Un personaje - conectado con el significado de la Reina de Copas del Tarot - que, en una terrible paradoja, encarnó en su belleza la desdicha del monstruo: la soledad del ser sin par y único.
Movilizaba las profundidades de los demás, promoviendo reacciones y conflictos sin hacer nada en absoluto, sólo a partir de su enorme poder seductor, tal como lo hace el propio mundo de los sentimientos de cualquier persona, que - muchas veces - desafía el análisis racional, y en ocasiones hasta desobedece abiertamente a la moral, exponiéndose a tener que sufrir luego sus consecuencias, incluyendo la propia traición de los seres más queridos.
Y de hecho, aunque existen múltiples versiones acerca del destino último de Helena, la más aceptada dice que al finalizar la contienda de Troya, volvió con el rey Menelao luego de que la perdonara por marcharse con Paris, pero que nomás al morir este, poco tiempo después, sus hijos la echaron al Peloponeso, por indigna.
Allí acudió a Rodas, donde la recibió su antigua mejor amiga, la reina Polyxo, que llena de odio por la muerte de su marido en el citado conflicto bélico, la ahogó mientras tomaba un baño, y - para asegurarse - también la mandó ahorcar, aunque hacía rato estaba muerta...
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TAROT DE MáXIMO