Originalmente, la capa pluvial era una pesada capa que se llevaba para resguardarse de la lluvia, según se infiere de su nombre latino 'pluviale'.
Tenía en la espalda una capucha para cubrir la cabeza; pero al adaptarse al uso eclesiástico, la capucha se fue convirtiendo poco a poco en una especie de escudo de valioso bordado o de trencilla de oro, reforzado y guarnecido por una franja, completamente aparte de la capa, y sujeta a ella con botones o lazos por la espalda.
Extendida la capa sobre el suelo es de configuración semicircular, y echada sobre los hombros resulta un largo manto que casi llega al suelo; y abierto por delante, se abrocha a través del pecho por medio de una presilla llamada morsa.
Un orfrey o banda con bordados de oro, usualmente de seis a ocho pulgadas de ancho, guarnece toda la cuerda del semicírculo, de modo que cuando se lleva puesta la capa, el orfrey pasa alrededor del cuello y baja por delante en dos anchas fajas hasta los pies.
Los botones que sostienen la esclavina están generalmente colocados en el borde inferior del orf rey en la parte del pescuezo.
Se observará que si la configuración de la capa pluvial es exactamente semicircular, cae de muy desmañada manera sobre los hombros y el cuello, con lo que se desperdicia gran parte de la energía generada en su interior.
La Iglesia católica liberal, para evitar estas dificultades, ha dado a la capa una hechura que se ajuste a los hombros, con lo que no sólo es mucho más airoso su aspecto, sino que resulta más cómoda y mejor adecuada a su obra.
La capa pluvial se lleva en las procesiones, en las Vísperas solemnes, en el Asperges antes de celebrar la Sagrada Eucaristía y en la Bendición con el Santísimo Sacramento.
En las grandes festividades, todo el clero lleva capa pluvia1 si la tiene; pero los domingos ordinarios sólo la lleva el celebrante en la procesión y en el Asperges.
Según costumbres de la Iglesia romana, también pueden llevarla los del coro.
Leemos que en 1552 había doscientas ochenta capas pluviales en el tesoro de la catedral de San Pablo, algunas de ellas de enorme valor.
Hoy día es difícil imaginar la multitud de vestiduras que poseían las iglesias de Inglaterra antes que las confiscara el rey Enrique VIII.
Es necesario examinar alguno de los inventarios para hacerse cargo de su riqueza, y no es maravilla que excitaran la codicia del inescrupuloso monarca, quien no merece tanta culpa al pensar que algo de tamaña riqueza hubiera podido emplearse mejor en general beneficio de la nación, pues si bien cada iglesia debe tener suficiente y decorosas vestiduras para sus clérigos, el amontonarlas por millares provoca censuras.
Un magnífico ejemplar de bordadura medieval es la capa Syon que se conserva en el museo de Kensington.
Está profusamente adornada con escudos heráldicos y personajes de la historia sagrada, y debió de producir magnífico efecto al llevarla puesta.
También recuerdo una capa pluvial más moderna, de tejido de oro con una primorosa reproducción de la Cena de Leonardo de Vinci en la esclavina.
Como quiera que la capa pluvial es una de las prendas de un juego de vestiduras se le pueden aplicar los materiales mencionados para la estola.
La presilla suele ser una tira de brocado suntuosamente adornada, y otras veces una placa de metal con esmalte y engastada pedrería.
En la edad media, la presilla de las capas pluviales figuraban entre los más hermosos y costosos modelos del arte de orfebrería, y la historia nos dice que la magnífica presilla labrada por Bienvenido Cellini para el papa Clemente VII fue la base o punto inicial de su fortuna.
Para comprender la utilidad oculta de la capa pluvial debemos recordar que hay diversas fuerzas en actuación durante los servicios.
Podemos agrupar las más importantes de ellas en tres clases, prescindiendo por de pronto de la más admirable de todas ellas, o sea la que fluye por la Hostia consagrada.
1ra.) Las que, según queda dicho actúa por la especial conexión de Cristo con Su sacerdote, dimanantes del depósito de energía espiritual.
Fluyen por medio de los principios superiores del sacerdote, en cuyo cuerpo, se transmutan o materializan acumulándose en el sobrepelliz, en el alba o en el roquete.
2a.) Las corrientes que las fuerzas de la clase anterior producen por inducción, externamente a dichas vestiduras de lino, siempre que se les deparen favorables condiciones, es decir, cuando el sacerdote lleva estola, capa pluvial o mantelete.
3a.) Las fuerzas recogidas del exterior, de las que la más intensa es la que irradia de la Hostia reservada; pero también hay una poderosa y constante emisión de energía de las magnetizadas piedras preciosas del ara y de las emees y candeleros especialmente dedicados a los Rayos.
En todos los servicios solemnes, y más aún si se usa incienso, hay numerosa concurrencia de santos ángeles, y las maravillosas fuerzas que sin cesar dimanan de ellos, las recogen y aprovechan más fácilmente los fieles cuando las vestiduras eclesiásticas actúan como apropiados conductores.
Más adelante consideraremos la celebración de la Sagrada Eucaristía, porque tiene un juego especial de vestiduras.
En todos los demás servicios feriados (esto es, de días no festivos) la estola recoge y distribuye suficientes fuerzas de la segunda y tercera clase, pero en ocasiones de especial efusión conviene complementarla con la capa pluvial cuya conductibilidad es mucho mayor.
Las corrientes inducidas de la segunda clase determina una general radiación parecida a la que se nota en la proximidad de un ángel, y las vestiduras la recogen y conducen.
El agua escapada de una rota espita callejera se desperdicia lastimosamente, pero si la conducimos a la manguera de una bomba de incendios tendrá formidable eficacia.
La capa pluvial es particularmente útil en las procesiones porque recoge energía de las cruces de los Rayos según pasamos por delante de ellas, así como en las Vísperas solemnes la recoge del altar al recibir el poderoso flujo dimanante del Tedeum.
Sus orfreyes pueden considerarse como una especie de exaltada estola, pero la alquimia de la estola, la transmutación, entrelace y recíproca intensificación de las diversas fuerzas se efectúa en el vórtice producido en las cruces de sus extremos, mientras que en la capa pluvial se realiza en mucho mayor proporción en el escudo de la esclavina.
Así por ejemplo, en las Vísperas solemnes el escudo tiene figura de sol central deslumbrante de luz para el clarividente, cuando el sacerdote canta el Tedeum ante el altar; pero cuando se vuelve para bendecir al pueblo, el vórtice se rebate por decirlo así, de modo que el escudo se convierte de pronto en un poderoso absorbente y la fuerza circula por los orfreyes, por cuyos extremos se derrama sobre la congregación, elevándose al difundirse según su tendencia peculiar...
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elementos de poder en
TAROT DE MáXIMO
fuente: La Ciencia de los Sacramentos
(C.W.Leadbeater)