Según la mitología hindú, durante uno de los numerosos juegos amorosos entre Shiva (uno de los dioses de la Trimurti, las tres formas en las que el hinduismo concibe a Dios) y su cónyuge Parvati (la madre divina cósmica, aspecto femenino de Dios), las cosas se descontrolaron.
Entonces Parvati se multiplicó en diez diosas diferentes, para evitar que Shiva pudiera escapar, pudiendo vigilar así todos los caminos de su posible fuga.
Cada una de esas formas - manifestadas por Parvati - hizo comprender a Shiva verdades esenciales, y le hicieron consciente de la naturaleza eterna de su mutuo amor.
Una de esas hipóstasis (emanación) es justamente la diosa tántrica Dhumavati.
Es alta y siniestra, pálida, agitada y lleva su ropa sucia.
Tiene el pelo enmarañado y los pechos colgantes, y está desdentada.
Su nariz es grande, el cuerpo y los ojos torcidos, y va en un carro tirado por cuervos, comedores de carroña y símbolos de muerte, además de ascensión.
Es espantosa y pendenciera, y siempre está atormentada por el hambre y la sed.
Es la que genera el estado del ser en el que el individuo olvida su origen, pierde el contacto con su fuente, y sufre continuamente las agonías del apetito insatisfecho y la esperanza frustrada, que sólo satisface cuando la divinidad consume a Shiva, su consorte, el que contiene al universo entero en su propio ser.
Así que esa forma repulsiva lo es sólo para todos aquellos que aún se encuentran prisioneros de la ilusión de las riquezas materiales y terrenales, y no así para quienes no ven a la realidad física más que como un canal hacia la iluminación, una vez que se embarcan tras la búsqueda de la verdadera dicha, que es solamente espiritual.
En el fondo, Dhumavati es una gran maestra, la que - como el arcano La Suma Sacerdotisa del Tarot - revela el conocimiento trascendental, el que está más allá de las divisiones ilusorias.
Su feo aspecto nos enseña a mirar más allá de lo superficial, a mirar hacia adentro, a buscar las verdades internas de la vida...
mitología asociada en
TAROT DE MáXIMO