En esta ocasión les traigo una historia muy especial para mí, ya que está comprendida dentro de uno de los films que más me han gustado, dado sus niveles posibles de interpretación, así como su intención de referir profundos sentidos, la mayoría no del todo evidentes.
Por eso, como adelanto, les comento que El Gran Pez (Big Fish, 2003) es la entrañable producción de Tim Burton que nos cuenta sobre la fuerza de los sueños, del valor de rescatar siempre lo mejor de todo, y de agregarle un poco de magia a la vida, pues al final de cuentas, nada es más que cómo lo vemos, por más que los otros a veces quieran que - como ya lo hacen ellos - aceptemos sus versiones más reducidas.
La protagónica imagen del pez es una metáfora de nosotros mismos - las personas -, y el entorno donde nada ese pez, sea pecera o río, lo es de los paradigmas que nos limitan o no, dependiendo del caso.
Esta premisa surge (para luego desarrollarse) a partir de que lo que Edward Bloom - el personaje central, interpretado tanto por Albert Finney como por Ewan McGregor, que lo hace cuando más joven - lee sobre la clase común de pez dorado:
- Si se guarda en un pequeño recipiente, el pez permanecerá pequeño; si tiene más espacio puede doblar, triplicar o cuadriplicar su tamaño. -
A partir de allí las inferencias sobre nuestro protagonista pueden ser muchas, pasando hasta por el hecho de que ni siquiera su desmesurado crecimiento adolescente - lo que es referido en cierta parte del guión que aportó John August (basado en la novela Big Fish: A Novel of Mythic Proportions de Daniel Wallace) - podría ser en realidad físico, sino mental.
La propuesta está hecha para que sean ustedes quienes saquen sus conclusiones.
Y el mazo de Tarot que he elegido para representarla nos enseña un conjunto de imágenes tan extrañas y fantásticas, que de seguro no tiene mucho que envidiarle a esta excelsa obra cinematográfica del genial director, pues también está destinado a provocar nuestra imaginación de una manera tan enérgica, que sin dudas no pasará sin advertirse, aun cuando eventualmente sus naipes puedan resultar hasta algo fuertes.
Habiendo acabado con la presentación, es momento de disfrutar del show.
Pasen y vean.
Con ustedes El Gran Pez...
Edward Bloom es un hombre que relata momentos de su vida
añadiéndoles características fantásticas.
Cuando lo hace en la boda de su hijo William (Will),
contándole a todos de qué manera el día en que su hijo vino a la vida
él no pudo estar en el hospital acompañando a Sandra, su mujer,
por estar pescando a un pez legendario al que le decían La Bestia,
este (Will) - harto de lo que considera inventos -, decide dejar de hablarle,
por más que no se lo plantea directamente.
Tres años después Will está trabajando como periodista
en París, cuando su madre le avisa que el cáncer que
afecta la salud de su padre ha empeorado,
y a solicitud de ella acepta regresara a Ashton (Alabama),
su pueblo natal, junto con su esposa Josephine,
que insiste en acompañarlo, a pesar de hallarse embarazada.
.
En el avión, Will ya le va adelantando una de las
más extrañas historias de su padre,
en la que este, siendo niño y junto con sus amigos,
lograban conocer a una bruja
que les mostraba de qué manera morirían al mirar
en su tenebroso ojo de vidrio.
Más adelante, ya en la casa de sus padres, recuerda
como el propio Edward le contaba de chico
que siendo un adolescente
estuvo tres años en cama debido a su rápido
e ingente crecimiento.
Tras esto, se convirtió en un exitoso deportista,
pero - por lo que había leído estando en cama acerca
del pez dorado común - consideró que
Ashton le era demasiado
chico para lo que ambicionaba.
Es así que, junto con Karl, un gigante
resentido al que le habían asignado expulsar
pero él consigue aplacar y volverse amigo,
inicia el ansiado viaje, inmediatamente
después de recibir la llave de la ciudad de Ashton,
por aquel venturoso acto.
En determinado momento, deja al gigante seguir por el camino
nuevo que sale del pueblo,
mientras que él decide probar por el viejo, atravesando
un bosque bastante aterrador
pero consiguiendo de todas formas llegar hasta
otra extraña localidad llamada Espectra,
donde todos sus habitantes andan descalzos,
pues han decidido nunca más salir de ella.
Allí, entre otros personajes, conoce a Norther Winslow
un conocido poeta ahora muy corto de inspiración.
Y antes de abandonar el pueblo para seguir su viaje,
le promete a Jenny - la misma niña
que le quitó sus zapatos para colgarlos a la entrada
de Espectra y con la que creó fuertes lazos -
que regresaría algún día.
Dejando atrás ese lugar a través del mismo bosque por el que llegó,
y aunque pierde la llave de Ashton que colgaba de su cuello,
logra vencer el mayor miedo que le provoca hacerlo de noche
recordando que tal como lo vio en el ojo de la bruja,
ese día no moriría.
Después de reencontrarse con Karl (el gigante)
sigue adelante hasta conseguir dar con un circo
en el que por primera vez ve, entre el público,
a la mujer que enseguida reconoce como al amor de su vida.
Sin embargo, la pierde tristemente de vista
sin siquiera poder conocer cómo es que se llama.
Es por eso que le propone a Amos, el astuto dueño
del circo, un trato: Si trabaja para él
gratuitamente en su espectáculo, este le irá dando
información acerca de la joven al término de cada mes.
Sin embargo, el taimado Amos, aunque acepta el provechoso acuerdo,
le cuenta sólo algunos detalles
ocultando el nombre y dirección de la chica,
con tal de retenerlo más tiempo a su servicio.
Pero una noche, Edward descubre que Amos
es en realidad un monstruoso hombre lobo,
y aunque se ha aprovechado de él,
siente pena y evita que lo maten durante uno de sus ataques.
Debido a ese magnánimo gesto, el corto de estatura
dueño, finalmente y en gratitud, le revela el ansiado nombre
de la joven (Sandra Templeton), y el lugar donde
estudia (Universidad de Auburn), despertándole
nuevamente la esperanza de poder encontrarla.
Sin embargo, cuando Edward llega a esa dirección
(dejando a Karl trabajando en el circo),
apesadumbrado se entera de que Sandra
ya está comprometida con un joven llamado Don Price,
que resulta ser uno de aquellos amigos con los que Edward había
entrado a la casa de la bruja, cuando vivían en Ashton.
Pero Edward no se rinde, y después de escribirle Te Amo
por todos lados, planta fuera de su casa universitaria
sus flores favoritas, que son los narcisos
(tal como se lo había contado Amos),
logrando así seducirla completamente.
Pero Don los descubre juntos en ese mismo instante,
y golpea a Edward para que se aleje de ella.
Ella defiende a Edward y
termina definitivamente su relación con Don,
devolviéndole el anillo de compromiso.
Edward revela en ese momento que a causa de esa pelea,
empeoró una dolencia congénita en el corazón de Don, quien
muere poco después y a temprana edad,
de un fulminante paro cardíaco,
mientras estaba sentado en el inodoro, tal cual
como lo habían visto ambos hacía años
en el siniestro ojo de la enigmática bruja.
Pero así como se lo cuenta ahora a Josephine
(su nuera, mucho más comprensiva e interesada en sus cuentos
que su propio hijo) cuando la felicidad parece estar a las puertas,
Edward es reclutado por el ejército
y debe alejarse de Sandra para ir a la guerra de Corea.
En Corea conoce a Ping y Jing,
dos hermanas siamesas que le ayudan a volver a Estados Unidos.
En principio Edward es dado por muerto en combate,
pero en realidad regresa vivo y sano con Sandra,
sólo que con todo ello, sus oportunidades de trabajo se han visto limitadas,
así que decide ganar dinero como agente viajero
yendo de una punta a la otra con sus originales productos,
pero siempre enviándole todo lo que gana a Sandra,
ya embarazada de Will.
Un día vuelve a encontrarse con Winslow
(aquel poeta de Espectra en busca de inspiración
que logró encontrarla guiándose por su ejemplo),
quien en el mismo momento le pide su ayuda
para robar un banco cuya bóveda, cuando la consiguen abrir,
no tiene ningún dinero, ya que hace rato que el banco está en bancarrota.
Por eso Winslow deja de lado ser ladrón y se convierte en un exitoso
hombre de negocios, y gracias a los consejos de Edward,
decide marcharse a Wall Street, desde donde tiempo
después le envía a su amigo una gran comisión por
haber sido su 'consejero laboral', y así Will consigue hacer
realidad su sueño de comprarle la casa a Sandra.
Regresando al momento actual, y aún molesto
por las inverosímiles historias de su padre,
a las que considera no más que puros inventos,
Will le exige (sin éxito),
que le cuente de una vez la verdad.
Además, siempre sospechando que este tenía otra familia,
a causa de que casi nunca se hallaba en el hogar,
decide revisar su oficina, llegando a encontrar
las cartas de cuando le dieron por muerto en la guerra,
y otros documentos con su dirección en aquel extraño
pueblo (Espectra) que aseguraba conocer.
Entonces - siguiendo la información descubierta -
decide ir hasta allí, y es en donde conoce a Jenny
(la niña de la que su padre le había contado)
quien es ahora una nostálgica y algo extraña
profesora de piano, que en principio se muestra
afectada por las tan directas preguntas de Will.
Pero cuanto este le plantea que su papá está muriendo,
ella accede a informarle que - al volver como
le había prometido, atravesando una enorme tormenta eléctrica
- fue Edward quien ayudó a todo el pueblo
cuando este cayó en desgracia, comprando y reconstruyendo sus
casas con la asistencia del gigante Jack, y que tras hacer lo mismo
con la de ella, además de rechazar su propuesta
sentimental, la abandonó
y se marchó para no volver nunca más.
De esta forma le dejó claro a Will que para su padre sólo
existían dos tipos de mujeres:
su esposa Sandra y todas las demás,
por lo que nunca le había
sido infiel a su madre.
Tras tropezar con estas confesiones, Will regresa
arrepentido y desesperado con su padre,
pero descubre que este
ya está viviendo sus últimos momentos.
Es entonces el padre quien
esta vez le pide al hijo que le cuente una historia,
y Will - al principio titubeante, pero después
decidido (ya que también tenía el don,
sólo que lo expresaba a través del periodismo,
como le había asegurado Edward) - le narra cómo ambos
escapan del hospital y se dirigen al río,
donde se encuentra con toda la gente que conoció durante su vida.
En ese mismo instante Edward se convierte en el pez,
en un pez igual a aquel mítico bagre que había logrado
pescar usando su propio anillo de bodas como carnada.
El más grande de todos.
El Gran Pez.
Y con este final de la historia muere.
Pero la cosa no termina allí, pues en su funeral,
Will finalmente conoce a varios de los fabulosos amigos de su padre,
que vienen a presentarle sus condolencias
y se da cuenta que son los mismos que siempre han
estado presentes en sus historias.
Así vuelve a comprobar que su padre nunca había mentido,
sino que en realidad sólo había exagerado un poco,
negándose a restringir su imaginación
a interpretaciones más limitadas,
por considerarlas poco interesantes,
según su propio decir.
Pero de hecho, Karl - el gigante - era un hombre
bastante alto y robusto, seguro que mucho más de lo común,
mientras que las siamesas
sólo un par de hermanas gemelas, pero realmente idénticas.
Terminando de entenderlo todo, y como despedida,
Will explica que su padre, tras años de narrarlas,
se había convertido en sus propias historias,
y que en ellas, al igual que el Gran Pez,
viviría por siempre...
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tarot dice en
TAROT DE MáXIMO
imágenes: Devian Moon Tarot (Tarot de la Luna Pervertida)
de Patrick Valenza