Los psicoterapeutas dicen que no sólo es malo, sino también contraproducente, culpar a los demás por nuestros problemas.
Los médicos profesionales instan a sus pacientes a responsabilizarse de la parte que les corresponde por crear sus problemas.
La razón es tanto pragmática como ética: Cuando estamos obsesionados por el modo en que la gente nos ha hecho daño, nos quedamos con muy poca energía como para lograr cambiar el comportamiento que nos ha metido en ese lío.
No es que esté mal ese enfoque, pero seguirlo como único dogma puede deformar nuestra salud mental, como puede hacerlo cualquier otro tipo de fanatismo por ciertas doctrinas.
Esa es la razón por la que hoy celebraremos este Festival de Culpa sin arrepentimiento.
Se trata de elegir algún momento en el que nos animaremos a decirnos sin ningún tipo de límite y tapujo como todo lo que hacen los demás nos parece malo, tremendo, una porquería, despreciable.
Entonces (1) gritaremos, chillaremos (para que nadie nos escuche podemos hacerlo como si fuésemos mudos, vocalizando pero sin que salga el sonido) y haremos muecas rabiosas por el injusto desprecio de algunas personas hacia nosotros, su maltrato, indiferencia, o por cualquier otra cosa que nos hayan hecho.
Para mejorar los resultados deberemos lanzar las quejas hacia algo, lo que sea, ya se trate de Dios, algún objeto inanimado, nosotros mismos en el espejo (como si fuésemos otros) o cualquier otra cosa que se nos antoje, o que creíamos que nos debería haber ayudado pero no lo hizo.
Y luego (3) será nada más cuestión de ver qué pasa, pero algo es seguro: Nos sentiremos muchísimo más livianos...
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chamanismo práctico (para ampliar
percepción extrasensorial) en
TAROT DE MáXIMO