Ya los antiguos egipcios, griegos, romanos y celtas lo consideraban un guardián sagrado de los portales hacia el otro mundo – nivel de realidad más sutil, fuera de nuestra percepción mundana ordinaria - lo mismo que al gato, pero a diferencia de aquel, creían que este no guardaba secretos.
De esa conexión con los mundos no físicos viene que a veces se tome a los perros como símbolo de la muerte, lo cual es una interpretación errónea.
Lo que en realidad hacen es ver con antelación lo que es inevitable y natural, y que al final todos también veremos.
Se dice que son capaces de detectar el estado de salud del ser humano, ya sea su estado físico o anímico, y que incluso se encargan de hacérselo saber a su amo con gestos y ladridos, para que se cuide, o para consolarle, pues su sentido del amor, lealtad y generosidad es enorme, pero no siempre nos damos cuenta de la advertencia.
En el Panteón del Antiguo Egipto, con la cabeza de un chacal (perro salvaje del desierto), el dios Anubis posibilitaba la transición segura de las almas de los difuntos, del mundo sensorio hasta el del más allá.
En el simbolismo celta, eran una representación de heroísmo.
Así encarnaban valiosos atributos tales como el valor, la persistencia, la virilidad y la curación.
También fueron consagrados a Hécate, la diosa greco-romana de la Luna, y un montón de otras cosas, pero sin duda una experta en los viajes astrales, en los que iba feroz junto a sus perros, que ladraban con brío a su lado.
Con ellos hablaba y protegía a quienes no podían hacerlo por sí mismos: los bebés, niños, indefensos, marginales, locos, y todos aquellos que hubieran sido injustamente calumniados.
Las tribus nativas de los indios americanos desde siempre dependieron del perro por su útil capacidad de orientación y ayuda en las tareas.
El legendario perro Fu, de la tradición china, también es un guardián de los espacios sagrados.
En la sabiduría de la Alquimia se lo asocia con el mercurio, debido a que ese mineral se fusiona fácilmente con otros, tal como hace este animal.
Así que las razones son muchas, y - si le fuera posible - nadie debería dejar de tener cerca (sobre todo en su casa) algún ejemplar de estos sensibles espíritus, para que le de amor y le proteja, y ya vimos que no solamente de los peligros del mundo físico...
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