Más de 30 mujeres - niñas, jóvenes y adultas - salieron nuevamente por la calle Ángel Flores (en Culiacán, Sinaloa, México) hacia la catedral, ante la mirada incrédula de los demás transeúntes, al detenerse en lugares como el mercado o el santuario.
La performance buscaba celebrar otra vez la figura de Lupita, 'la novia de Culiacán', así como a la feminidad en general.
La acción cumple 20 años desde que la artista María Romero la efectuó inicialmente.
Eran los años 50 cuando Guadalupe Leyva Flores - 'Lupita' - con apenas veinte años, muy hermosa y con toda una vida por delante, se había enamorado perdidamente de Jesús, y este de ella.
Ambos eran amigos de Ernesto desde niños.
Aquel día, Jesús le pidió matrimonio y ella encantada lo aceptó.
Todo estaba perfecto y la felicidad no podía ser mayor, pero Ernesto no se enteró hasta que aquel le solicitó de favor que fuera su padrino de bodas.
Este, con la furia en la sangre, se fue hasta la casa de la Lupita a reclamarle, porque él también sentía un amor muy grande por ella.
Pero esta le dijo que lo quería como a un hermano, que amaba a Jesús y que por favor la entendiese.
Llegó el día de la boda, y dicen que la catedral de Culiacán lucía espléndida aquel domingo, hallándose repleta de familiares y amigos, mientras el templo lucía sus mejores adornos.
Jesús llegó primero, y esperaba con ansias a su hermosa novia, acompañada por su padrino.
Cuando la vio llegar, sus ojos se le iluminaron!
Era tanta la felicidad que sentía que nada que pudiera pasar se la quitaría...
La abrazó y le dio un beso en la frente.
Ernesto no pudo soportar aquello, era como si se estuviesen burlando de él; sacó una pistola y le dio al novio un balazo en la frente.
Todos estaban espantados y Lupita no lo podía creer, de hecho nunca lo creyó, lloró sobre su cuerpo, mientras que Ernesto se daba un tiro también, cayendo muerto en el instante.
Otra versión indica que Lupita llegó resplandeciente pero antes que el novio, situación que a muchos les pareció de muy mal augurio.
Esperó y Jesús llegó a tiempo, pero - justo al entrar - también lo hizo Ernesto, quien lo mató de un tiro.
Puede haber sido de una forma u otra, pero lo cierto es que ese día Lupita se quedó sin habla, y con la mirada perdida, hasta el siguiente domingo que exactamente a las cinco de la tarde empezó tranquilamente a ponerse de nuevo su vestido de novia, se arregló y emprendió otra vez su camino a la catedral.
Y así lo hizo cada domingo durante unos 30 años, hasta que murió el 12 de mayo de 1982.
Era un ritual en honor a aquel gran e inolvidable amor, y puede que también empujado por la esperanza de que quizá así algún día Dios le retornaría la felicidad que perdió aquella fátidica jornada de su frustrada boda...
imágenes auténticas
de la verdadera Lupita
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fuente: El Debate
(debate.com.mx)
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