Abro la ventana y descubro un maravilloso paisaje de montañas y bosques.
El sonido del río y de los pájaros me produce una sensación de serenidad.
El olor a hierba mojada me trae recuerdos de la infancia.
Toda esta escena ha sido posible gracias a mi cerebro.
Ver, hablar, moverse, pensar, todo ello es posible gracias a la actividad de millones y millones de neuronas de mi cerebro que se comunican entre sí y con el resto de células nerviosas.
Pero una neurona por sí sola no expresa nada.
Su conexión con el resto es lo que pone en marcha nuestro cerebro.
Están perfectamente organizadas y agrupadas por áreas especializadas, de manera que cada actividad tiene su propio centro de control.
La información se transmite a través de impulsos eléctricos con mensajes codificados en un lenguaje que hoy por hoy es un misterio.
El cerebro luego interpreta ese código y en base a ello construye una realidad.
Aunque se ha comprobado que no hay dos cerebros iguales, y por tanto no existen dos concepciones del mundo iguales, curiosamente sí hay un debate común a todos los seres humanos desde el principio de los tiempos: Quién soy y qué sentido tiene mi existencia?
Para contestar a estas y otras preguntas un reducido grupo de científicos lanzó su mirada al otro lado, fuera de la 'realidad' que nos llega a través de los sentidos.
En base a ello elaboraron interesantes y polémicas teorías que unen conceptos hasta el momento irreconciliables.
En esta línea el bioquímico británico Sheldrake después de dos décadas de experimentos asegura que el cerebro es el sustento físico a través del cual se manifiesta la actividad de nuestra mente.
Y esta no sólo no permanece encerrada dentro de esa cavidad sino que es una especie de antena que 'se extiende al mundo que nos rodea, conectándonos con todo lo que vemos'.
Es la Teoría de la Mente Extendida.
Según este y otros científicos, nuestro universo es una gran red - igual que el cerebro - de campos electromagnéticos, a través de los cuales circula información, ideas, comportamientos, en los que directamente participamos.
- Nosotros seríamos – apunta en la misma línea el psicólogo David Luján, autor de El Universo reflexivo (editorial Almuzara) - una especie de antena receptora de radio, que recoge frecuencias que luego se transmiten a nuestros genes -.
La Mecánica Cuántica además nos ha demostrado que uno capta una frecuencia y tiene ante sí una serie de probabilidades.
Pero si cambia de sintonía - como lo hace un transistor - captará otras ondas, y automáticamente conectará con otras realidades y probabilidades diferentes.
Nuestros pensamientos son como ondas que nos afectan e influyen en el entorno.
Marcan el 'dial' con el que conectamos, y abren o cierra opciones.
- Algunos científicos - apunta Luján - admiten que el 70% del cerebro se forma por interrelación con el entorno. Según cómo te integres, así creces. Se están dando cuenta de que no sólo pasa eso en el 70 % sino en el 100 %, porque somos una antena y las neuronas se mantienen ahí por una radiación constante de ondas. En nuestro caso, además, seríamos un receptor reflexivo, que piensa, por tanto puede 'orientarse', no hace falta que nadie lo haga por él. El acto de aprender algo, por ejemplo, supone crear antenas receptoras para capturar información. Cada vez que utilizamos la voluntad en nuestra vida, en nuestros actos, damos golpes de frecuencia, cambiamos de una sintonía a otra y por tanto de probabilidades. El lenguaje que utilizamos unos con otros, son códigos que sintonizan con las distintas emisoras y recogen y envían información. Todo en el Universo son ondas en constante movimiento, y todos nos beneficiamos de ello -.
Así la Mecánica Cuántica ha sido decisiva en esta nueva visión del mundo, y ha provocado una auténtica revolución en la ciencia, el lenguaje y el pensamiento humano.
Los últimos avances científicos apoyan la existencia de un campo cósmico de interconexión que conserva y transmite información.
Según esto la realidad no existe de forma absoluta, sino como una probabilidad y es la presencia de un espectador la que hace que se convierta en algo concreto.
Es el observador - que seríamos cada uno de nosotros - el que construye esa realidad.
Dicho de otra forma, cada persona se sueña a sí misma, y vive a través de la conciencia de sí misma y de su sueño...
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manual de crecimiento espiritual en
TAROT DE MáXIMO
fuente: artículo Un potente ordenador,
publicado en Revista Fusión
(revistafusion.com)