El Buda ha dicho que el encuentro con lo que nos agrada nos produce alegría, y que la despedida de lo que no nos agrada también produce alegría; que la despedida del ser querido que amamos nos produce dolor, y que el encuentro con el ser no querido también nos produce dolor.
Así se creía y así se entendía.
Pero más tarde llegamos a comprender que aquel al que llamamos ser querido puede convertirse en el ser no querido, y que aquel al que considerábamos el ser no querido puede convertirse en el ser querido.
Así, con la evocación de los recuerdos pasados, las situaciones existentes cambiarán radicalmente; se verán desde un punto de vista completamente diferente.
Estas evocaciones son posibles, aunque no son ni necesarias ni inevitables; y en algunas ocasiones estos recuerdos también pueden aparecer de improviso cuando practicamos la meditación.
Si los recuerdos de las vidas pasadas llegan a presentarse de pronto (sin estar practicando ningún experimento; simplemente, en vuestra meditación normal), no os intereséis demasiado por ellos.
Limitaos a mirarlos, a ser testigo de ellos; pues, normalmente, la mente es incapaz de soportar de pronto una turbulencia tan grande.
SI uno intenta aguantarla, corre el claro peligro de volverse loco.
Una vez me trajeron a una niña que tenía unos once años y que, inesperadamente, había recordado tres de sus vidas anteriores.
No había experimentado con nada; pero a veces se producen errores.
Este fue un error por parte de la naturaleza, y no una bendición que esta otorgase a la niña: de algún modo, la naturaleza se había equivocado en su caso.
Es como si alguien tuviera tres ojos o cuatro brazos: es un error.
Cuatro brazos serían mucho más débiles que dos brazos; cuatro brazos no podrían funcionar tan bien como dos.
El cuerpo con cuatro brazos sería más débil, no más fuerte...
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irreflexiones desprogramadoras en
TAROT DE MáXIMO
fuente: Aquí y ahora (Osho)