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Fórmula esotérica: Del maquillaje - BASE DE SINGULARIDAD Y EXPANSIÓN HUMANAS




Es probable que, desde los comienzos de la raza humana, la primera materialidad dispuesta para modelar, de manera temporal o permanente, haya sido el cuerpo, específicamente la piel o membrana que marca su superficie, lo delimita y lo expone.

Si bien la paleontología, a través del estudio de esculturas o pinturas, ha dado cuenta de ciertas prácticas de intervención corporal en diversas sociedades, el estudio de culturas primitivas por parte de la antropología ha indicado su empleo en innumerables partes del mundo.

Pinturas elaboradas para rituales de paso o de iniciación, celebraciones de una cosecha o del fin de una guerra (en las culturas indígenas), y escarificaciones y tatuajes practicados por distintos pueblos (como los maoríes de Nueva Zelanda y numerosas culturas africanas), figuran entre muchos otros ejemplos de prácticas destinadas a cumplir diversas funciones, como el embellecimiento, la protección mágica y espiritual, o la intimidación psicológica del enemigo.

Cuidar y embellecer el cuerpo, afirmar una identidad, transformar la imagen; disponer el cuerpo para ceremonias de carácter ritual y ostentar la talla, materializar un sentimiento, deshumanizar al  individuo y hacer del cuerpo una obra de arte en sí misma, son las funciones atribuidas al maquillaje.

Cada una puede observarse en casos específicos que dan cuenta de ciertas condiciones materiales e inmateriales en un territorio particular y, con estas, de regímenes de signos que permiten acercarnos a los cuerpos en razón de sus relaciones con los elementos que condicionan su existencia  como tales.

Las tecnologías de construcción corporal - o 'tecnologías del maquillaje' -, son unas de esas tecnologías a través de las cuales se construye el cuerpo humano, es decir, conjuntos de objetos técnicos y de prácticas que, en combinación con ciertos enunciados, coadyuvan en la composición de esas subjetividades, ensamblajes de códigos que, en razón de su disposición, indican algo.

Ancestrales como el del Antiguo Egipto o el de las geishas en Japón, o modernos y polémicos como el del Pauly Unstoppable y Jérôme Abramovitch, son tan sólo algunos de los innumerables casos que abarca una extensísima historia de las construcciones del cuerpo.

Día a día se observan nuevas estéticas, intervenciones más extremas o más especializadas e, incluso, culturas que no se habían dado a conocer y, por supuesto, nuevos enfoques para el estudio de las mismas.

Una vez podemos apreciar diferentes culturas y, con ello, diferentes formas de codificación del maquillaje, en razón de los códigos que operan en un momento histórico particular, observamos que prácticas como la pintura, el tatuaje y la escarificación, además de ser tan antiguas como el hombre mismo, aún son compartidas por sociedades tribales y sociedades occidentales.

Pero una doble funcionalidad, propia del acto de maquillarse, está siempre presente.

Si por un lado el hombre, a través de la tecnología y el lenguaje, irrumpe en un continuum hombre-divinidad, por otro violenta a su vez el continuum hombre-animal.

A través de todo un despliegue de vida inorgánica y tecnológica, se despoja de los signos de su condición salvaje, se hace partícipe de un espectro de posibilidades de viabilidad social y afirma su singularidad, bien en el sentido nosotros-frente-a-otros o, como puede observarse con más claridad en  el siglo XX, yo-frente-a-otros.

Pese a la connotación banal que ha acompañado al maquillaje a través de los tiempos, teniendo el cuenta parte de la historia de la pintura en las mujeres, la relación de la cirugía estética con el discurso de lo natural, el rechazo al tatuaje como signo de rebeldía o de marginación social y, en general, el vínculo cuerpo real/cuerpo-transgredido, toda investigación compilará diversos casos que demuestran la importancia de las tecnologías de construcción corporal en la singularidad del hombre.

Es decir, comprobará cómo estas, lejos de ser un plus agregado a una materialidad predeterminada, son condición de su especificidad, hecho que ha de suponerse necesario para hacer posible un conocimiento de lo que solemos llamar lo humano...






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TAROT DE MáXIMO
fuente: Tecnologías del maquillaje - El cuerpo como ensamblaje expresivo
(Maria del Mar Agudelo Torres)






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