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Irreflexión: Volver a la naturaleza - PARA VOLVER AL ALMA




Muchos sentimos hoy lo que algunos autores han bautizado 'la herida de lo salvaje', en alusión a esa parte de nosotros que añora la conexión íntima con la naturaleza indómita.

Pero mientras trabajamos para restaurar la Tierra, podemos encontrar esa potencia vital y ese misterio en un lugar muy cercano, donde lo salvaje nunca se extinguió: las profundidades de nuestra alma.


Hay días en que nadie supondría que Kathleen Dean Moore es una académica de carrera.

Por ejemplo, cuando anda por el mundo con su overol de tela impermeable, botas de goma hasta los muslos y pañuelo atado en la cabeza, al mejor estilo beatnik.

Su atuendo no refleja una postura estética ni el deseo de imponer una nueva moda, sino las actividades que la convocan: sus jornadas la encuentran más a menudo vadeando arroyos, confraternizando con lobos marinos y cruzando ríos en canoa en plena lluvia que en aulas magnas o salas de profesores.

De hecho, hace dos años (a punto de ingresar en su séptima década), Kathleen renunció a su cargo en la Universidad de Oregon, donde enseñaba Filosofía moral y Filosofía de la naturaleza, para dedicarse a tiempo completo a explorar lo salvaje, retratarlo, y defenderlo a capa y espada de los impulsos humanos que amenazan con destruirlo (que es otra forma de decir salvarnos de nosotros mismos).

Autora de una decena de libros (con temáticas como el perdón, el pensamiento crítico, nuestra obligación moral con el planeta y, sobre todo, la esencia de nuestro vínculo con la naturaleza), Dean Moore forma parte de una vanguardia de escritores, académicos, poetas naturalistas y científicos que han adoptado el activismo como la consecuencia inevitable de su vocación. Inevitable, porque el objeto de su pasión –la esfera verde-azul que llamamos hogar– es a la vez su gran amor y la causa de sus desvelos.

Al recibir el pedido de entrevista de Sophia, Kathleen no dudó:

- Me encuentro en Juneau, Alaska, a punto de entrar en Glacier Bay, una tierra de osos pardos, aguas turbulentas y glaciares en desprendimiento. Estoy de ánimo para hablar de lo salvaje! - fue su respuesta.

Y así lo hizo.

Desde ese territorio que viene visitando con su familia desde hace décadas, conviviendo felizmente con la lluvia, el frío, los aullidos de los lobos y las huellas de los osos (siempre listos para emerger de entre el follaje), abordó una pregunta difícil pero quizás indispensable: qué es la naturaleza?

- Cuando enseño Filosofía de la naturaleza, pongo a mis alumnos en canoas en un lago pequeño, en la oscuridad, para que vean salir la luna de entre las montañas. Les pido que se sienten en sus botes y se hagan esa misma pregunta: qué es la naturaleza? La luna, dicen. Las montañas. El agua. Unos y otros. Pero no la canoa de aluminio. No la linterna. Quizás, el remo de madera. En otras palabras, deciden que naturaleza es todo lo que no ha sido creado por la mano del hombre. Creo que esta es una buena distinción, aunque reconozco que todo lo que creamos está hecho con lo que recibimos -.

Pero qué pasa con la naturaleza que nos compone?

En qué medida somos naturaleza, y dónde la encontramos en nosotros mismos?

- Un amigo que es indígena norteamericano hace esta reflexión: 'Si me cortases la pierna, viviría. Si me cortases la nariz, viviría. Pero si me quitases el aire, moriría. Por qué entonces pensamos que el aire es menos parte nuestra que nuestras piernas y orejas y narices?' Es un buen punto, no? Dónde está la naturaleza en nosotros? En la luz que calienta nuestra piel, en el aire que respiramos, en el agua que tomamos, en los minerales en nuestros huesos, en el hierro en nuestra sangre. Estamos hechos de la tierra y la tierra está hecha de las estrellas. Creo que esto nos convierte en criaturas de la naturaleza -.

En la era de los bits y las pantallas, sigue viva en nosotros esa herencia salvaje?

- Nada puede suprimir lo salvaje en nosotros. Lo que sí puede perderse es la conciencia de ello. Y esta es una pérdida importante-.

Para Kathleen, perdimos esa conciencia desde el momento en que dejamos de sentir al viento, a la montaña, a las criaturas del agua, el aire y la tierra como hermanos, cuando cambiamos la fraternidad por el dominio, y la pertenencia por el aislamiento y la soledad.

Como dijo alguna vez el arqueólogo holandés Henri Frankfort:

- Todo el mundo antiguamente se pensaba como un 'tú' -.

Hoy conocemos más que nunca sobre el universo, pero perdimos ese vínculo íntimo y, con él, nuestras raíces más profundas.

Quizá por eso, a pesar de que vivimos más seguros, en casas con puertas y ventanas enrejadas, la epidemia de nuestra era se mide en miedo y ansiedad.

Este miedo se refleja en nuestros contactos con el mundo verde.

El maestro de medicina herbal Stephen Harrod Buhner habla del temor que suele aparecer en las primeras ingestas de plantas silvestres:

- Uno de nuestros grandes miedos es ingerir lo salvaje del mundo. Nuestras madres comprendieron intuitivamente algo esencial: lo verde es venenoso para la civilización. Si comemos de lo salvaje, empieza a trabajar en nuestro interior, alterándonos, cambiándonos -.

Sin embargo, la información arcaica vive en nosotros todavía.

La naturaleza indómita no habita solo en el bosque: mora en nuestra alma, y allí nos espera.

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Naturaleza interior
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Para el autor Bill Plotkin, psicólogo, guía de expediciones a áreas salvajes y autor de Soulcraft. Crossing into the Mysteries of Nature and Psyche (Hacedores de alma. Penetrando en los misterios de la naturaleza y la psiquis), el alma es 'un concepto biológico, definido como el principal principio que organiza, sostiene y guía a un ser vivo'.

Al mismo tiempo, el alma es nuestro 'lugar salvaje' interior, la que guarda el terreno intrapsíquico menos conocido, la que esconde nuestros mayores misterios.

'Naturaleza' viene de natus, 'ser nacido, o nacer', y la naturaleza de una cosa es 'el principio dinámico que mantiene unida a una cosa y le da identidad'.

Uno habla del 'alma' o 'la naturaleza' de algo para referirse a su esencia.

Y esa esencia para nosotros es el alma, ese territorio desconocido donde viven nuestras emociones, nuestros impulsos, nuestras intuiciones y anhelos más profundos.

- Dado que el alma humana es el núcleo esencial de nuestra naturaleza, entonces, cuando somos guiados por el alma, somos guiados por la naturaleza. Tanto el alma como nuestra naturaleza esencial nos guían en nuestro desarrollo individual, lo pidamos o no - dice Plotkin.

Cómo nos guía el alma?

En su libro Plotkin sugiere:

- El alma viene a nosotros fielmente a través de los sueños, las emociones profundas, la suave voz que orienta, las sincronicidades, las revelaciones, las corazonadas y las visiones, y a veces, también, a través de la enfermedad, las pesadillas y los terrores -.

Y así también la naturaleza, si tenemos algún nivel de exposición tranquila y silenciosa a ella, nos guía 'a través de sus espontaneidades, su belleza, su poder, su capacidad de hacernos de espejo, su deslumbrante variedad de especies y hábitats, el viento, la luna, el sol, las estrellas y las galaxias'.

Lamentablemente, señala el autor:

- El alma ha sido degradada a una fantasía espiritual New Age y la naturaleza ha sido tratada, en el mejor de los casos, como una postal o un lugar para vacacionar, o más comúnmente, como una ferretería o un basurero. A demasiados de nosotros nos falta intimidad con el mundo natural y con nuestras almas, y consecuentemente les estamos haciendo un gran daño a ambas -.

A su vez Plotkin se hace eco aquí de conceptos vertidos por el exmonje y psicólogo Thomas Moore en su reconocido libro El cuidado del alma, donde explica que la palabra alma proviene del latín anima, que comparte raíz con la palabra animal, y que antiguamente se entendía que todo estaba 'animado': dotado de un alma.

En la Edad Media, por ejemplo, se estilaba dotar de gárgolas a los edificios, de garras de león a los sillones y las bañaderas, en coherencia con esa visión del mundo.

Por todo esto, el viaje que propone Plotkin en sus libros es uno de 'descenso'.

A diferencia del viaje ascendente hacia el espíritu universal y trascendente, el viaje al alma nos lleva a sumergirnos en nuestras profundidades más ignotas, y a actuar en consecuencia.

Cuál es el anhelo silencioso que nos habita, al que hacemos oídos sordos desde hace años por miedo o inseguridad?

Cuál es la necesidad profunda del cuerpo?

Hay un enojo que nos atenaza las entrañas?

Podemos descubrir qué esconde ese enojo, y darle adecuada expresión?

De ese trabajo, que el autor denomina soulcraft (algo así como 'moldear el alma'), puede nacer una vida integrada y auténtica.

Y la naturaleza puede ser nuestra mejor aliada en el camino...








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irreflexiones desprogramadoras en
TAROT DE MáXIMO
fuente: artículo de Fabiana Fondevila
publicado en Sophia (sophiaonline.com)
imagen. Steve Winter
(nationalgeographic.com)





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