Sísifo era el hijo del dios Eolo y fue rey de la misma ciudad que él mismo fundó, Corinto, y durante su reinado siempre destacó por su gran ingenio a la hora de gobernar.
Pero Sísifo no solamente demostró astucia para ello, sino que también consiguió engañar a las otras divinidades varias veces.
Un día en el que estaba en su palacio, vio una gran águila que portaba en sus garras a una mujer.
En este caso, el águila era el mismísimo dios Zeus, quien había raptado a Egina, la hija de Asopo, dios de los ríos.
Poco tiempo después, Asopo acudió a pedir ayuda a Sísifo, conocedor de su astucia.
Este, aprovechándose de la situación, le dijo que le revelaría el nombre de quien había raptado a su hija si a cambio creaba un río en la colina donde estaba creciendo la ciudad de Corinto, a lo que aquel accedió.
Así le confesó que había sido Zeus, y consiguió su riada, pero el rey del Olimpo decidió castigarle por su traición, mandándole con su hermano, Hades, al mundo de los muertos.
Gracias a su astucia una vez más logró escapar, pero finalmente fue atrapado por Hermes - otro dios que destacaba, justamente, por su sagacidad - y arrastrado al inframundo, donde fue condenado a subir una enorme roca hasta lo alto de una colina, de la que se se caía una vez que llegaba, debiendo volver a cargarla, y así todo el tiempo, hasta la eternidad.
La imagen del ciclo continuo de Sísifo subiendo y bajando la colina, sin poder escapar de su destino, es casi idéntica a la referida en la figura de La Rueda de la Fortuna del Tarot.
Y la misma idea fue recogida por el dramaturgo, filósofo y periodista francés (nacido en Argelia) Albert Camus, para El mito de Sísifo (Le Mythe de Sisyphe), un ensayo en el que discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentándola como una metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre.
En su obra, Camus desarrolla el concepto del 'hombre absurdo', o de una 'sensibilidad absurda'.
Este sería aquel que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida.
Pero también es el que, incapaz de entender el mundo, se confronta en todo momento a dicha incomprensión.
El hombre rebelde será, por lo tanto, aquel que se encuentre en todo momento frente al mundo.
Para ello es necesaria una ética de la cantidad, no de la calidad, que acumule el mayor número de experiencias posibles.
Esta 'eterna vivacidad', este eterno 'confortamiento con el absurdo', mediante el mayor número de vivencias, es justamente lo que daría sentido a no renegar del absurdo.
En este punto Camus muestra cómo su existencialismo no promueve el quietismo y la pasividad ante el absurdo.
Aceptar el absurdo, afirma, es la única alternativa al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las religiones, e incluso del propio existencialismo.
Valiéndose de numerosas fuentes filosóficas y literarias - y particularmente de la labor del escritor ruso Dostoievski - describe el progreso histórico de la conciencia del absurdo y concluye que Sísifo es el héroe absurdo definitivo.
Para él Sísifo sí experimenta la libertad, aunque sea durante un breve instante, que es cuando ha terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo.
En ese punto, Camus siente que Sísifo, a pesar de estar ya ciego y viejo, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí, y eso era algo que debía encontrar edificante.
- Uno debe imaginar feliz a Sísifo - declara - porque eso, seguramente, fue lo que le salvó de un destino suicida...
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TAROT DE MáXIMO
fuente: Red Historia (redhistoria.com)
y Wikipedia (wikipedia.org)
imagen: Sisyphe (detalle) de
Oleg Tchoubakov
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