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Elemento de poder: Un beso de amor bajo el muérdago - LA RECONCILIACIÓN, LA PAZ Y FELICIDAD




El múerdago es un arbusto parasitario, de la familia de las lorantáceas, de hojas verdes y gruesas, flores amarillas y frutos en forma de bayas blancas, que vive sobre los troncos y ramas de los árboles.

Para los antiguos pueblos europeos siempre ha sido mágico y sagrado.

Comúnmente se lo asocia con los druidas, que lo utilizaban para protegerse de las enfermedades, del mal de ojo, para ayudar a las mujeres a quedar embarazadas, y - según cuenta la leyenda - hasta para hacerse invisibles.

Fueron ellos mismos quienes le pusieron su nombre, que significa 'curalotodo'.

Sin embargo, la costumbre del beso bajo el muérdago parece haber sido heredada de los griegos, que la practicaban en el ritual conocido como Saturnalia.

Y la mitología afirma que el mismo nace cuando cae un rayo sobre un árbol,  lo que lo convierte en un símbolo de unión entre la tierra y el cielo. 

Por eso no es raro que con el tiempo haya pasado a formar parte de los primitivos ritos maritales.

Al mismo tiempo, para los escandinavos era un símbolo de paz, ya que bajo esta planta se declaraban las treguas entre enemigos, además de las reconciliaciones entre esposos.

Según los primeros cristianos, del árbol en que muérdago se hallaba fue que se extrajo la madera para hacer la cruz en la que murió Jesús.

Es por eso que adquirió un carácter místico aceptable para ellos, dejando así de ser un símbolo únicamente pagano.

Quizás también sea por eso que se lo asocia con las Navidades, dada esa relación entre la vida y la muerte, la una como puerta a la otra. 

Por tanto no resulta extraño verlo año tras año colgado sobre las puertas o adornando el árbol navideño.

Hasta el día de hoy se cree que un beso dado a la persona amada bajo su presencia, deparará mucha suerte y alegría en el amor. 

La tradición dice que aquella mujer que en Nochebuena reciba un beso bajo el muérdago, tanto encontrará el amor que busca, como conservará el que ya tiene. 

Si se trata de una pareja, será obsequiada con el don de la fertilidad.

En todos los casos, lo importante es siempre recogerlo sin permitir que caiga al suelo (ya que se supone que no pertenece ni al cielo ni a la tierra, dado que sus raíces nunca la tocan, pero tampoco se mantiene por sí mismo en el aire), y después colgarlo donde se desee.

Paralelamente, la ciencia tampoco ha dejado de interesarse en él.

En su Historia Natural, Plinio menciona su uso como 'omnia sanans', capaz de curar todas las enfermedades y promover el embarazo.

Hipócrates lo empleaba para tratar la epilepsia, entre otros males.

En 1920, Rudolf Steiner propuso el uso del extracto acuoso de muérdago - cuyas propiedades son atribuidas a las lectinas (un tipo de proteínas) como parte de la terapia contra el cáncer, dado su efecto citotóxico. 

Recientemente se ha descubierto que una variante coreana posee un tipo de lectina capaz de inhibir la telomerasa, una enzima que alarga los extremos de los cromosomas

O  sea que es desde varios aspectos que sigue llamando la atención, tanto por sus virtudes curativas como mágicas.

Al parecer, el muérdago se resiste a renunciar a su halo de misterio...







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