Según la enseñanza Metafísica, el Espíritu de la Navidad es un ángel solar, ya que su existencia se debe al movimiento de la energía del Sol.
Es de una radiación inmensa, y se lo conoce con diversos nombres, uno de los cuales es Natívitas.
El solsticio es el punto en que el Sol está más lejos del ecuador de la Tierra; esto sucede dos veces al año, ocasiones que se celebran como momentos culminantes, llenos de mucho significado.
Cuando está hacia el polo Sur, se llama Solsticio de Invierno Norte y esto ocurre el 21 de diciembre, día en que termina de descender el Espíritu de la Navidad.
Esa es la verdadera Noche Buena, cuando comienza el verano en Argentina, y el invierno en España y los Estados Unidos.
Es el momento en que el astro rey se encuentra en su punto extremo en el sur, y emprende su camino hacia el norte, naciendo para todos los países de allí.
La vida que parecía morir en invierno, renace para continuar el ritmo cósmico natural de las estaciones.
En esa noche, que es la más larga del año en el norte, se dice que nació el maestro Jesús, porque el Sol es la vida, y Jesús el Cristo es la vida espiritual: ambos se han fundido!
Pero el Espíritu de la Navidad, como todo ángel, sólo existe para quien lo siente y piensa, y de esa manera es atraído.
Si no se le da energía, pasa desapercibido, como sucede para los hindúes y otras naciones orientales.
Así que nosotros somos responsables, creadores y artífices de la radiación tan hermosa que existe en Navidad, y esto constituye la gran oportunidad que tenemos en el año de manifestar su bondad.
Para cada persona, grupo o familia en particular, Natívitas puede empezar a llegar en momentos diferentes, aunque siempre después del día de Acción de Gracias, y ese será el instante mágico en que sentirán - dentro de sus corazones - que llegó la Navidad…
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