Iris, en la mitología griega, era la diosa del arcoíris, que al igual que ella también simboliza un puente entre el cielo y la tierra.
Hija del titán Taumante y de la oceánide Electra - a su vez hija del titán Océano -, fue la esposa de su hermano Céfiro (el dios del viento oeste), y en algunas interpretaciones también la madre de Eros, en lugar de Afrodita.
Como una versión femenina de Hermes, el mensajero del dios y rey Zeus, ella lo era de su consorte, la diosa reina Hera, y abandonaba el Olimpo sólo para transmitir los divinos mandatos a la humanidad, por lo que se la consideraba una consejera y una guía.
Viajando a la velocidad del viento, podía ir de un extremo al otro de la tierra, y también al fondo del mar o a las profundidades del inframundo (el infierno griego), tal como sólo su par Hermes tenía permitido.
Aunque era hermana de los monstruos alados - las arpías (que en oposición a ella personificaban el aspecto maléfico del mar) - Iris aparecía representada como una hermosa joven, con alas y con ropa de colores brillantes - además de un halo de luz sobre su cabeza - que atravesaba el cielo formando un gran arco con su estela, dando lugar así al término 'arcoíris' que todos conocemos.
En la tradición del Tarot, este particular personaje siempre ha sido relacionado con el Arcano XIV, La Templanza, representada por un ambiguo ángel alado que mezcla, entre las dos jarras que porta, un líquido con los mismos colores del arco.
Siendo la personificación de este, que refiere al pacto de los humanos y los dioses al final de toda tormenta, no es raro que se la considerara también el símbolo mismo de la renovación de la comunión y la armonía.
Porque otra función de esta diosa era la piadosa labor de ayudar a las mujeres agonizantes, tal como en el caso de la reina suicida Dido, a quien le es enviada por Hera - cuando por una pena de amor decide acabar con su vida - para acabar con su agonía cortándole el dorado cabello y así liberando su alma del cuerpo.
O sea que también es el sentimiento que permite la empatía con el dolor ajeno, algo muy distinto a la emoción, que es una reacción visceral ante una situación, mientras que el sentimiento es una facultad decisoria, activa e inteligente.
Ella es la encarnación, entonces, de esa ayuda que se nos aparece cuando más la necesitamos, justo en el momento en que creíamos desfallecer, que ya habíamos perdido toda posible esperanza.
Es un milagro, es ese tipo de prodigio que se manifiesta ante nuestros ojos a pesar de nuestra incredulidad, y que nos llega con el mensaje de que los dioses aún no nos han abandonado...
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mitología asociada en
TAROT DE MáXIMO