Y cómo salir de esta mala vida, de este ciclo sin fin de frustraciones?
Esa es la gran pregunta, la que todos alguna vez nos planteamos, sin encontrarle respuesta,
después de tratar y tratar, de probar tantas cosas sin llegar al resultado.
Y la verdad es que la clave siempre ha estado ahí, sin que pudiéramos verla,
a causa de buscar por el lado equivocado.
Ya vimos que la vida es un altibajo constante, y tratando de alcanzar la dichosa felicidad que nos llene ese vacío profundo, esa carencia de sentido que nos embarga, hacemos lo que sea, y si en todo caso agarramos por un camino espiritual, lo único que tratamos es de tener un poco de paz, una vida sin problemas, sin dimes ni diretes, intentando conectarnos con otros mundos que nos alejen de este, a través de lo que sea: la meditación, la oración, la contemplación… sin darnos cuenta que lo que tenemos que hacer es vivir, y vivir el aquí y ahora haciéndonos cargo de esta realidad, de la realidad que nos toca, y que nos toca vivir hoy, pero, eso sí, con una diferencia respecto a los que - digamos - que no están "conscientes", a los que nos están "despiertos": nosotros sabremos que la mayor parte de todo esto es una gran ilusión.
Cómo? ilusión? y entonces por qué tanto dolor?
Dolor porque mi familia no me quiere, porque no encuentro el amor, porque me discriminan, porque no logro encajar en esta sociedad, porque no tengo amigos, porque el vicio me domina, porque mi pareja me maltrata, porque soy un fracasado, o porque tengo el éxito y ni siquiera sé como disfrutarlo, porque encontré lo que buscaba pero al final no me hace feliz, porque esto, y porque aquello….
Todo muy dramáticamente contundente, por cierto, aunque si prestamos atención casi todos esos 'por qués' se dirigen hacia un sólo lugar:
Nuestra propia persona, a nuestro famoso y nunca suficientemente enaltecido YO, a ese Yo, grande, oscuro, sanguinario y gigantesco que nos domina, nos esclaviza, nos subyuga - como en la carta del Diablo del Tarot - haciéndonos creer que necesitamos todo eso, haciéndonos vulnerables ante todas esas limitaciones, hacia todas nuestras carencias y pobrezas, a nuestras propias y nunca bien ponderadas mezquindades, y obligándonos a avergonzarnos hasta de nuestra inherente humanidad, nuestra triste desnudez, que es más espiritual que física, sin dudas.
Porque si algo nos da realmente vergüenza, si algo nos da realmente pánico, pero pánico de verdad - y no lo digo en broma -, es contemplarnos a nosotros mismos, ver como somos en realidad, reconocer quiénes somos con total sinceridad.
O hay alguien ahí que se anima a hacerlo con autenticidad?
Es por eso que hacemos la vista gorda y mejor nos entretenemos en esto, fingiendo que ni tenemos tiempo para sentarnos a analizarlo con seriedad, jugando a vivir siendo víctimas de esa materialidad, y entonces lo asumimos todo como si fuera real, aún teniendo que arrastrar esas pesadas cadenas un poco más, y un poco más, y un poco más, hasta que un día ya no podremos más, ya no podemos más… ya no damos más…
Pero lo más increíble, la gran paradoja divina - o como le queramos llamar -, lo más maravillosamente increíble es que, aunque parezca tan duro, aunque parezca tan real, aunque sea muy difícil zafar, la verdad es que ese Yo no existe en realidad, es una no-realidad, no es, sencillamente no es... NO ES!
Y es ahí donde está la ilusión…
Les había contado antes (*) que si uno iba hacia el verdadero centro de la vida, de la gran rueda de la vida, iba a encontrar la felicidad, pero eso no significaba que no habría más movimiento, sino que sí lo habría, pero serían mucho menos brusco.
Pero cómo, fuera de la ilusión también hay dolor, entonces?
En la mismísima espiritualidad también hay pesar?
Es que nunca nos podemos liberar de este maldito dolor?
Y sí, la verdad que es que un poco lo hay, pero ya vamos a ver que es mucho más liviano...
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entre tú y yo el tarot (un camino iniciático) en
TAROT DE MáXIMO
Imagen: The Devil de Chris Rallis
(*) Nota:
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