El Trastorno Antisocial de la Personalidad se caracteriza por ambición, persistencia, comportamientos dirigidos hacia un objetivo, una aparente necesidad de controlar el entorno, y una marcada dificultad para confiar en las habilidades de los demás.
Las personas que lo sufren acostumbran ser impulsivas pero eficaces en sus actividades.
De hecho, en nuestra sociedad actual algunos rasgos de este tipo de personalidad son incluso estimulados y recomendados, como la competitividad o la astucia, que suelen ser cualidades admiradas en quienes las poseen, especialmente en ciertos escenarios como el mundo de los negocios o la política.
Es que cuando el trastorno es leve pueden ser percibidos como individuos valientes, aunque en realidad sean temerarios la mayoría de las veces.
Casi nunca se inhiben ante el peligro, ni temen al castigo!
Las conductas de riesgo les proporcionan excitación y estimulación.
Por lo mismo llegan a ser considerados por los otros como vulneradores de los derechos y el bienestar de sí mismos y de los demás.
Y es que la ética y las buenas costumbres suelen ser gravemente descuidadas por estas personas, por lo que tampoco es raro que tengan problemas con la ley.
Detentan pocos sentimientos de lealtad interpersonal, y sienten escasos remordimientos al manipular a los otros para lograr sus objetivos personales.
Proyectan una imagen externa de frialdad, dureza e insensibilidad con la finalidad de aprovecharse de ello si surgiera la necesidad.
Ni que hablar de su agresividad, con tendencia a discutir por todo, siempre mostrándose abusivas y crueles.
Son muy malas perdedoras y necesitan controlar a las otras en sus relaciones interpersonales.
Debido a todo esto muchas son las que huyen de ellas, ya que se sienten intimidadas por su forma de ser tan violenta.
Eso desemboca en sus serias dificultades para mantener por un periodo largo de tiempo responsabilidades o relaciones íntimas.
Sucede que estos seres sólo están tranquilos sin son capaces de controlar la situación, porque en el fondo se sienten muy inseguros de sus vínculos interpersonales.
En casos extremos son beligerantes y vengativos, y obtienen satisfacción con los errores y humillaciones de los demás, especialmente de las personas que puedan representar para ellos una amenaza potencial, o si en el pasado les perjudicaron en algo.
Tienden también a controlar cuidadosamente sus emociones más positivas.
O sea que la cordialidad, la intimidad, la ternura, son evitadas por ellos como signos de debilidad, y consideradas como amenazantes, cuando no directamente barreras para el éxito.
Por el contrario, las emociones más agresivas - que van desde el enfado a la hostilidad - son mostradas sin reparo, expresadas con discusiones verbales y violencia física.
Su baja tolerancia les provoca a atacar fácilmente, despreciar, humillar y dominar a otros, con poca o casi ninguna muestra de remordimiento...
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simbología asociada en
TAROT DE MáXIMO
imagen: Grumpy face (mirabilisdesign.co.uk)