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Fórmula esotérica: Del té y el samovar - MAGIA TRADICIONAL




En Asia, el 'teísmo' es una especie de culto, basado en la adoración de la belleza natural y trascendente en medio de la vulgaridad de la vida cotidiana.

Es otra forma de inspirar pureza y armonía.

Pero - como dice Kakuzo Okakura en su Libro del Té - no es una simple estética en la acepción corriente de la palabra, puesto que ayuda a expresar junto con la ética y la religión, una concepción integral del hombre y de la naturaleza: es una higiene, porque impone la pulcritud; es una economía, porque nos enseña que el bienestar consiste más en la sencillez que en la complicación de los dispendios; y es una geometría moral, porque define los límites de nuestra capacidad en relación con el universo.

Además de ello, un estudio reciente del European Journal of Clinical Nutrition, en Inglaterra, ha confirmado las increíbles bondades que tiene el té (camellia sinensis) para la salud humana.

Resulta que este cumple con todos los requisitos de hidratación de nuestro cuerpo, pero a la vez complementa este beneficio con múltiples propiedades que terminan por convertirlo en una bebida maravillosa para nuestra salud, además de contar con la elegancia propia de su milenario linaje.

Los investigadores han comprobado que contiene altos niveles de antioxidantes, los cuales permiten una mayor regeneración celular, y aseguran que ingerir entre cuatro y cinco tazas del mismo al día previene los ataques cardíacos, a la vez que fortalece los huesos, e incluso reduce la probabilidad de contraer cáncer.

Quizá entonces no en vano en la mayoría de países asiáticos existe alguna leyenda tradicional que explica cómo se descubrió.

Una de las más conocidas parte del budismo, y cuenta que durante la meditación bajo el árbol Bodhi, Buda contempló los sufrimientos y los graves problemas a los que se enfrenta el hombre en la vida: la tristeza, la soledad, la enfermedad, la vejez y la muerte.

Ante estos pensamientos, el sabio y compasivo dejó caer una lágrima de sus ojos.

Y en el mismo lugar donde cayó su lágrima creció de la tierra el arbusto del té, cuya poción ha proporcionado consuelo espiritual a millones de personas durante toda la historia humana.

Sin embargo - y contrario a lo que se pudiese creer - ni su ritual ni el utensilio usado para llevarlo a cabo han gozado de tanto respeto, ni han tenido tal colorido y espiritualidad, como en la gigantesca Rusia.

Por ello tanto el té como el samovar son de las imágenes más difundidas de ese país.

El término 'samovar' viene de dos palabras rusas: samo, que significa por sí mismo, y varit, que significa hervir, a la vez una alegoría del borboteante existir.

Como aparato en sí no es más que - básicamente - una caldera que cuenta con un tubo central, en el que se aloja el combustible con el que se mantiene la espirituosa bebida a una temperatura constante y caliente.

Pero a pesar de su apariencia común, no se trata sólo de un curioso sistema para calentar el agua y mantener su temperatura.

Por algo en cada casa, en cada familia, él ha ocupado siempre el mejor lugar de las habitaciones y el centro de las mesas, como el símbolo mismo de vida y abundancia, de amor y de alegría, de esperanza y aliento.

Incluso a causa de ello se lo ha llegado a llamar 'el amigo de la familia', o 'el general de la mesa'.

Y así se ha ido convirtiendo en una parte integral de la tradición de su pueblo, de su cultura y particular modo de vida...


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TAROT DE MáXIMO
imagen: El domingo (Alexei
Korzukhin, 1884)

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