En el camino hacia la realización, el ser humano necesita superar limitaciones que frenan su desarrollo.
Para cualquier persona sensible y abierta, es obvio que la vida tiene un lado mágico, y que a cada y instante se nos presentan oportunidades de mejorar, de aprender, de conocer gente, de reír y de celebrar.
Sin embargo, quizás por las preocupaciones o el estrés cotidiano, parecieran ser pocos los que logran sacarle provecho a esas opciones que están a la mano.
Una de las trampas que nos montamos a nosotros mismos, para evadir el impacto que produce la vida diaria, es quedarnos atrapados mentalmente en el pasado.
Este recurso, típicamente evasivo e inconsciente, es mucho más común de lo que parece.
Pasamos lo que podríamos llamar el 'tiempo mental', recordando lo que sucedió, imaginando lo que hubiera podido suceder, o lo que nos habría gustado que sucediera.
Usamos incontables horas para el recuerdo, y perdemos la posibilidad de mirar la vida con nuevos ojos, en cada oportunidad.
En realidad, nos quedamos en el pasado porque hacerlo nos brinda una cierta seguridad psicológica, pues nos resguarda de lo nuevo, de lo desconocido, de aquello ante lo cual nos sentimos débiles, incapaces o inexpertos.
Pensar en lo que ya pasó, hablar de un tiempo que se ha ido, y actuar como si estuviéramos en el ayer, nos da un cierto control, pero sólo debería ser válido en lo anecdótico, y no como estilo de funcionamiento frecuente o permanente.
Mil veces nos descubrimos viviendo de glorias pasadas, admirando viejas fotografías o leyendo viejas cartas.
Tratando, pues, de reabrir inútilmente ciclos cerrados.
En todo esto nos ayudan los hábitos, que son estrategias de la mente que funcionan en base a la repetición, y que hacen de lo repetido una costumbre, y de esa costumbre una necesidad.
Para sacarle provecho a la vida hay que relacionarse con el pasado de manera diferente, y aprender a vivir en el presente, con tal de poder construir el futuro que deseamos.
Podemos - por ejemplo - pensar en el pasado sólo para recordar éxitos, y para usar las herramientas que resultaron provechosas en aquel momento, para inspirarnos y crear nuevos y mejores triunfos, así como para evitar repetir los mismos errores.
Lo que no debemos hacer, es pasarnos la vida anclados en lo que ya no existe.
Esto puede alcanzar ribetes patológicos si no lo descubrimos y detenemos a tiempo.
En nada nos conviene culparnos por acontecimientos dolorosos como rupturas, separaciones, pérdidas, accidentes, etc.
Así que es imperioso salir del pasado mental y aprender a vivir en el presente, y para ello, hace falta estar alerta acerca de lo que pensamos, decimos y hacemos.
Cuando hablemos, debemos estar pendientes de si acudimos frecuente y compulsivamente a recordar situaciones pasadas.
De ser así, rápida y voluntariamente debemos volver al presente y hablar de lo que estamos haciendo, y de lo que deseamos hacer o lograr.
Cuando alguien te comience a recordar, puedes elegir decir algo como 'eso ya pasó', o 'de eso hace mucho tiempo', como forma de obligarte (y obligarle) sutilmente a regresar al momento actual.
También puedes preguntarte varias veces al día:
- Estoy mentalmente en mi presente?
O puedes, si deseas trabajar más a fondo la presencia mental y corporal del "aquí y ahora", bien podrías lograrlo siguiendo mental y vocalmente lo que estás haciendo.
Por ejemplo, si estás comiendo, puedes decir en voz alta o pensar:
- En este momento estoy llevando la comida a la boca, en este momento estoy masticando, en este momento estoy tragando el alimento, en este momento estoy bebiendo jugo...-
Se trata de un poderoso ejercicio de presencia mental, practicado por iniciados en el arte del 'darse cuenta'.
Puedes hacerlo un par de veces al día o tantas veces como lo desees, dependiendo de tu interés o del grado de perturbación que te cause el pasado.
Recordemos que la vida es evolución y la evolución es cambio creativo.
Og Mandino, famoso escritor de autosuperación, dijo:
- Hay que darse tiempo para crecer, ahora mismo; hay que tomar la batuta y dirigir con ella. Este es tu día. Vívelo como si fuera el último de tu existencia -.
Busquemos en cada experiencia, persona o encuentro lo que hay de nuevo y de creativo.
Veamos lo que no hemos visto, oigamos lo que no hemos oído, sintamos lo que no hemos sentido.
Esto nos permitiría vivir más motivados, menos aburridos, tal como viven los niños, en una especie de presente infinito.
Porque si no existiesen muchos de nuestros archivos de memoria, si dejáramos de vivir en el pasado mental, no existirían muchos temores, volveríamos a ser ingenuos y auténticos, nobles y agradecidos.
No culparíamos a nadie, no odiaríamos a nadie y seríamos seres mucho más felices y productivos...
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TAROT DE MáXIMO
fuente: atículo del Dr. Renny Yagosesky
imagen: VIII Cups (8 de Copas)
del Tarot of Dreams
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