Mi trabajo es amar al mundo.
Aquí a los girasoles, allí al colibrí,
ambos buscadores de dulzura.
Aquí a la levadura que fermenta,
allá a las ciruelas azules.
Aquí a la almeja en lo profundo
de la arena moteada.
Son viejas mis botas?
Es andrajoso mi tapado?
Ya no soy joven, y todavía
ni medianamente perfecta?
Déjame concentrarme en lo que importa,
que es mi trabajo, que es más que nada,
quedarme quieta y aprender
a sentir el asombro.
El laurel, la azucena.
Las ovejas en el campo,
y el campo mismo.
Que es más que nada celebrar,
ya que no faltan ingredientes.
Que es gratitud,
por tener una mente,
por tener un corazón.
Y un cuerpo que me arropa,
una boca con la que gritar de júbilo
a la polilla y al gorrión,
y también a la adormecida almeja.
Diciéndoles a todos,
una vez y otra vez,
cómo es eso de
vivir para siempre...
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irreflexiones desprogramadoras en
TAROT DE MáXIMO
fuente: poema The Messenger
(La Mensajera) de Mary Oliver