Cada día llenamos nuestra mente de muchísima información, por lo que hay ciertos momentos en que nuestro cerebro ya no puede más, y - aunque intentamos concentrarnos - no podemos.
Por eso, los descansos son necesarios para darle un respiro a nuestra mente y poder realizar las tareas de forma eficaz.
No obstante, una encuesta realizada a finales de 2012, encontró que los estadounidenses tenían un promedio de nueve días de vacaciones no utilizados, y en varios estudios han admitido que revisan obsesivamente sus cuentas de correo electrónico, y se sienten obligados a trabajar un poco en medio de sus vacaciones.
En conclusión, las personas (y sus cerebros) están preocupadas la mayor parte del tiempo con el trabajo.
Se cree que tal compromiso significa una mayor productividad, sin embargo tal parece que no es saludable.
- La ociosidad no son sólo unas vacaciones, un lujo o un vicio, sino que es algo tan indispensable para el cerebro, como la vitamina D lo es para el cuerpo. Privándonos de ella sufrimos una aflicción mental. El espacio y la tranquilidad que ofrece la ociosidad es una condición necesaria para reintegrarse a la vida y verlo todo nuevo, para hacer conexiones inesperadas y esperar esa inspiración, que es, paradójicamente, tan necesaria para realizar cualquier trabajo -, escribió Tim Kreider para The New York Times.
Se sabe que las epifanías pueden surgir de la nada, pero también que a menudo son producto de la actividad mental inconsciente, durante - justamente - el tiempo de inactividad.
Y es que la investigación relacionada ha demostrado que la mente resuelve problemas difíciles mientras se sueña despierto o se toma una ducha.
Durante ese tiempo, el cerebro se ocupa de tareas más mundanas, pero igualmente importantes.
Tanto el aprendizaje como la memoria dependen del sueño y del descanso de vigilia.
Esto puede explicar en parte el por qué los artistas y los atletas realizan rutinas intensas que están marcadas por pausas, seguidas por un largo período de recuperación.
El psicólogo K. Anders Ericsson (de la Universidad Estatal de Florida) ha pasado más de 30 años estudiando cómo las personas a alcanzan los más altos niveles de excelencia.
De acuerdo con su propio trabajo y una revisión exhaustiva, ha llegado a la conclusión de que la mayoría de las personas tienden a empujarse a sí mismos más allá de sus límites, mientras que la minoría talentosa – en diversas disciplinas - rara vez practica más de cuatro horas diarias.
Además, asegura que muchos expertos prefieren comenzar el entrenamiento temprano por la mañana, cuando la energía mental y física está fácilmente disponible.
Mientras, los psicólogos han establecido que las vacaciones tienen beneficios reales: revitalizan el cuerpo y la mente distanciándola de las personas y del estrés relacionado con el trabajo mediante la inmersión de gente y lugares nuevos, lo que a su vez puede dar lugar al desarrollo de ideas originales.
Al mismo tiempo brindan la oportunidad de tener una buena noche de sueño, y dejar que la mente viaje a la deriva, yendo de una experiencia a otra, en lugar de forzar al cerebro a concentrarse en una sola tarea durante horas.
Sin embargo, un reciente análisis de Jessica de Bloom, de la Universidad de Tampere (en Finlandia), demuestra que estos beneficios generalmente desaparecen entre las dos a cuatro semanas.
Esto indica que las personas deben tener más días de descanso tanto al año como a la semana, y los trabajadores no deben hacer ninguna tarea relacionada con el trabajo durante su tiempo libre.
Y es que más estudios recientes han corroborado la idea de que nuestros recursos mentales se agotan continuamente durante todo el día, y que diversos tipos de descanso - algo de tiempo de inactividad - pueden reponer las reservas y aumentar el volumen, y que incluso una muy breve siesta aviva la mente.
La mayoría de los adultos han adoptado la costumbre de dormir toda la noche y permanecer despiertos durante la mayor parte del día, pero esto puede ser perjudicial para nuestra salud mental.
En la Antigüedad, los romanos tomaban descansos a la media tarde, a las que llamaban 'meridiari', vocablo del Latín para referirse al mediodía.
Bajo la influencia del catolicismo, lo hacían para descansar y rezar, así que a este horario se le conocía como 'sexta', el cual eventualmente se transformó en 'siesta'.
Hoy, varios estudios han demostrado que las siestas diarias agudizan la concentración y mejoran el rendimiento en todo tipo de tareas.
Las largas funcionan muy bien cuando la gente tiene tiempo suficiente para recuperarse de la 'inercia del sueño' (somnolencia que en algunos casos puede durar más de dos horas).
Pero las micro pueden ser una mejor estrategia.
Un estudio hecho por Amber Brooks y Leon Lack en 2006 analizó las siestas de 5, 10, 20 y 30 minutos para saber cuál era más reparadora.
Una siesta de cinco minutos apenas aumenta el estado de alerta, pero las siestas de 10, 20 y 30 minutos mejoraron la concentración y las habilidades mentales.
Sin embargo, los voluntarios que durmieron 20 ó 30 minutos tuvieron que esperar media hora o más para que su 'inercia del sueño' desapareciera, mientras que el rendimiento de las siestas de 10 minutos mejoró la concentración tanto como las siestas más largas pero sin el aturdimiento posterior.
El tema es que aunque algunas empresas ofrecen a sus empleados espacios para dormir la siesta en la oficina, la mayoría de los trabajadores no cuentan con esta opción.
Una solución mucho más factible - e igualmente reparadora - podría ser pasar algo de tiempo al aire libre, irse lejos del ruido y bullicio de la ciudad, o algo por el estilo.
Ahora ya lo sabes, trata de darte un descanso diariamente mientras trabajas.
Tómate una siesta, medita, haz ejercicio, come algo rico o convive con la naturaleza, todo esto te hará pensar mejor...
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TAROT DE MáXIMO
fuente: QUO (quo.mx)