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Lugar sagrado: La pirámide del rey adivino de Uxmal (Yucatán / México) - HIJO DE LA LUNA




Cuentan los yucatecos que, en la espesura de la selva de la península del Yucatán, existen unos pequeños hombrecillos que son invisibles para los humanos.

Dicen - y están muy seguros de ello - que sólo algunas personas con poderes ocultos pueden verlos, e incluso  hablar con ellos.

Uxmal es una ciudad de origen maya y de cultura Puuc, situada en las tierras bajas del sur de México, y distante unos 80 km. de la ciudad de Mérida, capital del Estado de Yucatán.

El nombre de Uxmal significa en lengua nativa 'ciudad tres veces construida', cosa que - como veremos - tiene un reflejo simbólico en la historia en la cual nos introduciremos.

Fue considerada, en su pleno auge, como una de las ciudades más grandes e importantes del mundo maya, contando con unos 25.000 habitantes hacia el año 600 d.C.

Pero misteriosamente fue completamente abandonada hacia el año 900 d.C., quizás debido al  renacer de la próxima Chichén-Izá, o incluso - como cuentan los ancianos de los poblados cercanos -, por el ingreso de los guerreros del mayapán, que a golpe de hacha y con la fuerza de las lanzas, hicieron sucumbir a esta inmensa y próspera metrópolis.

En aquellos tiempos los cerros Uitzes estaban llenos de casas de labradores que recogían sus cosechas para alimentar a sus familias.

Nadie sabía acerca del arte de la guerra desde que el señor Kukulkán fundó Mayapan, la ciudadela de los hombres fuertes, y el estandarte de los mayas.

Entonces, Uxmal existía pero no como hoy la conocemos, sólo había un templo y una casa blanca que era la casa del rey.

Estaba situado junto a un camino que conducía al cercano Nohpat, que era la aldea o poblado donde vivía la gente.

Pero junto a este pueblo, estaban los corcovados, que eran otro tipo de seres que habitaban también allí.

Según la tradición - y todas las creencias arraigadas a este lugar - eran diminutos  e invisibles, tal como podríamos describir a duendes.

Y a pesar de que la casa blanca del rey estaba algo separada del pueblo, este mandaba sobre muchos señoríos, ya que tenía numerosos guerreros y muchas propiedades diseminadas por todo el territorio.

Pues bien, se cuenta que en Nohpat vivía además una vieja hechicera en una cabaña de tierra roja, y que era la única que podía hablar con estos pequeños seres, los corcovados.

Pero a la vez conocía el secreto y el uso de hierbas mágicas, que tanto podían curar cualquier dolencia, como  podían matar.

Siempre se la veía a la luz de la Luna, recogiendo frutos y semillas que probablemente utilizaba en la confección de sus pócimas, con las que posteriormente elaboraba ungüentos mágicos.

 Cierto día, esta hechicera - por medio de un sortilegio de adivinación - conoció que iba a morir pronto.

Asustada por quedarse sola y sin descendencia a la que poder transmitir sus secretos, acudió por la noche a las cuevas de los cerros Uitzes, donde solicitó a los corcovados que le dieran un hijo, ya que era demasiado anciana para engendrar uno de forma natural.

Así pues, los diminutos seres le dieron un enorme huevo redondo, que parecía de tortuga, diciéndole que ella tendría que incubarlo como si fuera suyo, ya que de ahí nacería su hijo.

La vieja les hizo caso, y tras coger el huevo y marcharse a su cabaña, lo enterró en la rojiza tierra del suelo, junto al fogón de su cocina, cosa que le proporcionó el calor suficiente para que se incubara.

Una noche, cuando las estrellas brillaban con su máximo esplendor y las alimañas del bosque se habían congregado cerca de la cabaña de la hechicera, el huevo comenzó a moverse, y al poco tiempo nació un niño con un rostro ya de hombre y de siete palmos de altura, que jamás rebasó.

Lo hizo sabiendo hablar perfectamente, y demostrando una inteligencia suprema.

Narraba maravillas, encantando a las gentes del  pueblo, que se sintieron muy intrigadas por la presencia de ese raro hombrecillo.

La vieja hechicera, que no quería que los aldeanos se enterasen de la magia y pacto que había hecho con los corcovados, para no levantar sospechas decía que era su nieto.

El 'enano' tenía gran sabiduría, y además gozaba de talentos y facultades psíquicas que le hacían presentir circunstancias, y todo lo que estaba todavía por ocurrir.

Mientras tanto, su madre todos los días se acercaba a llenar de agua un cántaro de barro, en un pozo que estaba situado en la plaza de la pequeña aldea, del cual todos extraían el preciado líquido, para beber y cocinar.

Pero en uno de ellos, escuchó una inexplicable voz que surgía del pozo, y que le advertía de un milagroso suceso que iba a tener lugar en la cercana ciudad de Uxmal.

Sorprendida por la claridad de ese mensaje, caminó dubitativa y perdida por la senda que conducía hasta su choza, hasta que sintió que el suelo se comenzaba a estremecer, y que incluso las aguas de los ríos parecían salirse de sus cauces.

Las aves de la selva levantaron el vuelo repentinamente, y las entrañas de la tierra empezaron a abrirse por doquier.

Tras este terrible trueno, los vecinos comenzaron a salir de sus casas, asustados e inseguros, para reunirse en la plaza del pueblo.

Por su lado, el rey de Uxmal - atemorizado - envió a sus hombres para congregar a todo el mundo en audiencia pública, ya que presentía que algo muy importante iba a ocurrir, pues una profecía trasmitida de padres a hijos anunciaba que algún día el rey del antiguo Uxmal, que habitaba en una casa blanca, sería destronado y muerto.

En su lugar se pondría un gran rey que poseería las fuerzas de la montaña, la magia de las estrellas y la sabiduría de la naturaleza, y este dominaría en todo el territorio.

Y precisamente sería para quien fue labrado un pequeño címbalo mágico de oro, que generación tras generación permanecería oculto, hasta el día en que fuese usado.

Nunca llegaría a enterarse que aquel extraño ser había aprovechado el momento en que su anciana madre salió a buscar el agua, para rebuscar por todos los rincones de la vieja casa, hasta que tuvo una especie de corazonada fijando su atención sobre el fogón.

Lentamente se acercó e introdujo la mano entre las cenizas, y su cara se llenó de asombro cuando extrajo un pequeño címbalo de oro.

Salió de la cabaña para verlo con buena luz, miró al cielo, y subiendo las manos lentamente lo golpeó con un peculiar bastoncillo de la vieja (que podría haber sido un tunkul, que era un instrumento musical fabricado con un pequeño tronco hueco).

Fue en ese mismo instante que resonó el enorme estruendo que había impresionado a todos.

Mientras tanto, y guiados por el instinto de la antigua profecía, se preguntaban unos a otros justamente sobre la procedencia de aquel sonido, hasta que un decrépito poblador declaró estar seguro de que había surgido por el camino que conducía a los cerros Uitzes.

Sólo una cabaña se encontraba por aquel sendero, la de la vieja curandera.

Llevaron a la mujer y su 'nieto' a la plaza del pueblo, donde se les preguntó públicamente si habían sido ellos, a lo que el joven - sin miedo alguno - afirmó haber sido él.

Y levantando su mano derecha, alzó el susodicho instrumento ante la absorta miradas de todos, que ya que conocían la profecía, y por tanto al instante supieron que sería el futuro rey de Uxmal.

Enseguida, los soldados le apresaron y le condujeron a la cercana ciudad, ante la presencia del rey.

Todas las gentes del contorno se congregaron para ver que ocurría con el enano.

El rey había consultado previamente al consejo de ancianos de su palacio para resolver la situación, y estos le dijeron que debería poner una serie de pruebas al nombrado por el destino, antes de ceder su trono, y si no cumplía debería ser ejecutado por vulgar timador.

El enano asintió ser sometido a las mismas, pero propuso como condición que él también pasase la última.

Como esperaba que el recién llegado no resistiera ni la primera, el monarca afirmó en público que se sometería a la misma.

Y como quería ganar tiempo y ver cómo se comportaba aquel ser, para poder plantearle las pruebas más difíciles, le propuso públicamente que esa noche permaneciera en Uxmal y residiera en su casa blanca.

Pero este, mirándole con desconfianza y dirigiéndose a los congregados en la plaza, replicó que permanecería en Uxmal, pero no en su casa blanca, ya que no era digna de un rey como él, por ello construiría un palacio propio en esa misma noche.

Y en efecto, cuando los primeros rayos despuntaban por los cerros, una enorme pirámide palacio se erguía frente a la casa del rey.

Cuando todas las gentes llegaron y vieron tan descomunal y maravillosa construcción, esperaron la aparición del misterioso hombrecillo que tras superar la prueba que los dioses habrían escogido para él, iba a ser proclamado rey de Uxmal.

Cuando el gobernante salió de su casa y contempló el magnífico palacio, sintió desplomarse, dado que ya intuía su derrota.

De repente, el alboroto cesó y por la impresionante puerta de aquella edificación apareció el pequeño, acompañado de los corcovados, los diminutos seres parecidos a él, que le seguían por todas partes.

Temeroso, pero dispuesto a enfrentarse a su destino, el rey le llamó para someterlo a las varias pruebas difíciles, las que consiguió aprobar con éxito.

Finalmente, sobrevivió a la más difícil: romper sobre su cabeza, con un mazo de piedra, una cesta de cocoyoles (especie de frutos muy duros).

Tal como había prometido, el soberano se sometió también a la misma, pero murió en el acto, después del primer golpe.

Entre júbilos y alborotos todos gritaban proclamando al  nuevo rey, el 'rey enano'.

Según contaban, el palacio del adivino sobresalía - aún hoy lo hace - entre la espesura de la selva, envuelto entre mágicos y misteriosos poderes.

Pero 'el enano' permanecía oculto con su madre en la pirámide, excepto los días en que había Luna llena, cuando salía acompañado por sus sacerdotes, y hablaba a sus gentes de lo que deberían hacer para obtener mejores cosechas, caza y riquezas.

Por eso los hombres de esta era se llamaron Hijos de la Luna, a diferencia de como se llamaban los anteriores, Hijos del Sol.

También les enseñaba el arte de construir y el de fabricar instrumentos musicales y hacerlos sonar, así como a modelar figuras con barro, aunque su verdadera especialidad eran  los secretos de la naturaleza y el arte de curar con las plantas, además de muchas otras cosas secretas.

Fue amado por todos hasta su muerte, ocurrida tras setenta vidas de un hombre normal.

Cuando murió, el pueblo entero danzó hasta enloquecer, con rituales mágicos y secretos que en otras épocas fueron utilizadas para los mismísimos dioses.

Creen que por ello fueron castigados y eso fue la causa por la que los guerreros del Mayapan pudieron invadir sus tierras, que terminaron siendo abandonadas.

Pero la misma leyenda cuenta que la vieja hechicera - la madre 'abuela' del 'enano' - vive todavía, y que cualquiera la puede ver deambulando en noches de Luna llena, por los senderos y caminos que conducen a Uxmal...






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fuente: artículo El duende de Uxmal publicado
por Pedro Amorós en pedroamoros.com
imagen: en una de mis visitas a las ruinas
de tan especial lugar




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