La destrucción de la Biblioteca de Alejandría es uno de los más grandes misterios de la civilización occidental.
Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos más esenciales, y no se han encontrado las ruinas del museo, siendo las del serapeo (santuario) muy escasas.
En oriente y en occidente, entre los cristianos y los musulmanes, se han cruzado durante siglos mutuas acusaciones de culpabilidad acerca de la destrucción de este gran centro intelectual.
Independientemente de ello, el fin de la biblioteca debe situarse en un momento indeterminado del siglo III d.C., quizá en el año 273, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en el 297.
El carácter polémico, evasivo, y tedioso del tema, ha propiciado decenas de hipótesis.
Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se cree que fue creada a comienzos del siglo III a.C., por el gobernador Ptolomeo I, y que llegó a albergar hasta 700.000 volúmenes, los cuales equivaldrían a unos 100.000 libros impresos de hoy.
Pero por qué saber acerca de esta biblioteca?
Después de todo, lo seguro es que no era la única de su época; las había en todo el mundo, incluso en Roma.
Sólo que esta estaba ubicada en un puerto marítimo, por lo que todos los grandes patrones de energía almacenaban información allí, en vastas cantidades, alejada de donde las masas podrían tener acceso a ella.
Los grandes buques que llegaban a su famoso puerto, cargados de mercancías diversas, eran inspeccionados por la guardia, tanto en busca de contrabando como de textos.
Cuando encontraban algún rollo, lo confiscaban y lo llevaban en depósito a la biblioteca, donde los amanuenses se encargaban de copiarlo.
Una vez hecha esa labor, el rollo era generalmente devuelto a sus dueños.
El valor de estas copias era altísimo y muy estimado.
La biblioteca de Alejandría llegó a ser la depositaria de las copias de todos los libros del mundo antiguo.
Allí fue donde realmente se llevó a cabo por primera vez el arte de la edición crítica.
Escondieron información como para poder sentir que alguien estaba al control de este caos masivo llamado vida.
Esa era la esencia del asunto.
Los sabios y sabias que estudiaban, criticaban y corregían las obras, se clasificaron a sí mismos en dos grupos: filólogos y filósofos.
Los filólogos estudiaban a fondo las Letras y la Gramática.
Los filósofos eran todos los demás, ya que en aquella época la Filosofía abarcaba el resto de las ramas del pensamiento y la ciencia: Física, Ingeniería, Biología, Medicina, Astronomía, Astrología, Geografía, etc.
Ellos fueron quienes decidieron ofrecer a la humanidad los antiguos conocimientos referentes a la Conciencia Divina.
Gran parte de esa sabiduría hermética se perdió en la quema de la Gran Biblioteca.
Los volúmenes y papiros fueron extraídos del edificio y enviados a las calderas de los baños de la ciudad.
Sirvieron de combustible durante seis meses, perdiéndose el tesoro más preciado de esta civilización: los manuscritos originales de los mejores pensadores griegos, judíos y egipcios.
Se ha dicho que algunos documentos rescatados se hallan hasta hoy en el sótano del Vaticano, y que hay otra sección de los mismos en los archivos secretos de los Estados Unidos, pero que aquellos que descubren la información y están dispuestos a sacarla a la luz, no quedan en condiciones de poner un pie delante de otro, debido a la vibración especial de esos textos, cuya energía puede resultar devastadora para los seres humanos no iniciados.
Sin embargo, y muchísimo antes de todo ello, los adeptos - o 'iluminados' - ya habían creado el sagrado Tarot con una doble intención: concentrar en él las enseñanzas herméticas de la Conciencia, para que no se perdieran, y al mismo tiempo, diseñarlo en un formato tal que tanto pasase inadvertido para los radicales violentos - que lo considerarían sólo un inocente juego - como accesible para todo aquel que quisiera conocer sus secretos.
Serían los gitanos, oriundos del subcontinente indio, quienes se encargarían luego de llevarlo desde Egipto a Europa, y de allí pasaría a América.
Pero eso es otra historia...
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taro-efemérides en
TAROT DE MáXIMO
fuente: EcuRed (ecured.cu)
imagen: la matemática, filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría
(interpretada por Rachel Weisz) durante la quema, en una escena
de la película Ágora, de Alejandro Amenábar