Palmira fue una antigua ciudad situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs, a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor o Tadmir (versión árabe de la misma palabra aramea 'palmira', que significa 'ciudad de los árboles de dátil').
Pero los arqueólogos han demostrado que las tierras a su alrededor no eran un desierto, sino más bien una estepa, con raíces subterráneas de hierba que evitaban que la lluvia se hundiera bajo el suelo, y que los pueblos cercanos la recogieran mediante represas y cisternas, lo que garantizaba un suministro estable de productos agrícolas y evitaba cualquier catástrofe durante las sequías.
En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas, que son foco de una abundante actividad turística internacional, pues todavía susurran la grandeza de una metrópolis que - entre los años 268 y 272 de nuestra era - hasta supo ser la capital del poderoso Imperio de Palmira, bajo el efímero pero imponente reinado de la gran reina Zenobia, supuesta descendiente de la mismísima Cleopatra.
Ello no es para nada extraño teniendo en cuenta que además de su enorme belleza artística y arquitectónica, todo el complejo (que incluye casas de varios pisos, el templo del dios Bel, la célebre columnata, el ágora, su elegante teatro, el templo de Nabo, y el de Ba'alshamin y su sorprendente necrópolis, conocida como el Valle de las Tumbas) adquiere tonalidades increíbles según las diferentes horas del día.
Elegida como Patrimonio de la Humanidad en 1980, en su web la UNESCO explica que 'el oasis de Palmira alberga las ruinas monumentales de una gran ciudad, que fue uno de los centros culturales más importantes de la Antiguedad. Sometidas a la influencia de diversas civilizaciones, la arquitectura y las artes de Palmira fusionaron en los siglos I y II las técnicas grecorromanas con las tradiciones artísticas autóctonas y persas'.
Pero, muy lamentablemente, hoy este gran tesoro se sigue extinguiendo, dada la ofensiva que el grupo extremista Estado Islámico ha lanzado - en mayo del año pasado - sobre el mismo, y al que ni siquiera el régimen de Bashar al Assad ha logrado parar con sus bombardeos, tal como ha sido informando por las fuentes sirias.
Por lo pronto, al 31 de agosto de 2015 (ver foto), el milenario templo de Bel ya no existía, mientras que el célebre anfiteatro pasó a ser utilizado como escenario de sus sangrientas ejecuciones.
Ahora, el Instituto de Arqueología Digital (IDA) reproducirá en Londres y Nueva York el Arco de Palmira, que sobrevivió al ataque, y reivindicar así esta construcción.
Para que el proyecto esté listo el próximo mes de abril, durante la Semana del Patrimonio de la Humanidad, la institución británica utilizará la impresora 3D más grande del mundo.
Pero esa reproducción, y el traslado a Occidente de este arco de 15 metros de altura, es un claro desafío a los intentos del ISIS por aniquilar las huellas culturales de Siria, tal como comentan los responsables del IDA al diario británico The Independent, así que se está consciente de que puede haber represalias.
Mientras tanto, en este mismo momento, los ejércitos de Rusia y Siria se preparan para intentar una vez más liberar la ciudad.
Y otras fuentes han informado que las milicias iraquíes también participarían de la operación...
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fuente (de las actualizaciones): Verne
(verne.elpais.com) y Al-Masdar News
(almasdarnews.com)
imagen: Fernando Arias
(Getty Images)