La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias.
Considerada como la mejor preparación para la oración, es en sí misma una plegaria.
Las Sagradas Escrituras enseñan que para los cristianos el hablar de la Cruz no es algo malo o relacionado con la muerte, sino todo lo contrario.
Desde el principio tuvo un significado de vida y salvación, pues esta es la llave por la que podemos entrar al Reino.
De ahí que San Pablo llegue a afirmar:
- Nosotros predicamos a un Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios - (1 Cor 1, 23-24).
Y es por eso que cargar una cruz o crucifijo no es algo antibíblico como lo dictan algunas doctrinas, sino todo lo contrario.
Además, todas las Biblias del mundo dicen que Jesucristo murió en una cruz, excepto la versión propia que de ella hicieron los Testigos de Jehová, la misma que comenzaron a usar recién a partir del año 1925, y no antes (Ver su libro Plan Divino de las edades, estudio XII).
La palabra griega para cruz es 'stauros', que viene de la letra Tau, o sea la T, en referencia no a un palo vertical, sino a dos palos cruzados en la forma de esa letra.
Excusarse en lo de una supuesta mala traducción de los escrituras para afirmar que en realidad se trataba de un palo, sobre el que se habría extendido a Jesús con las manos hacia arriba, pierde toda justicación al considerar otros elementos también señalados en las mismas, como el letrero encima de la cabeza del Cristo (no de sus manos), los clavos que se mencionan en plural (pues estaban en cada una por separado), y otros.
Por otro lado, es un hecho histórico que desde los primeros tiempos los cristianos se persignaban - nombraban a sí mismos (del latín per/signare 'señalar con un gesto') - con este símbolo, y lo hacían durante todas sus ocupaciones y ante cada movimiento: cuando salían o volvían a su casa, cuando se vestían o se calzaban, al entrar al baño, al sentarse a la mesa, al encender las lámparas, al comenzar una conversación, al acostarse, etc.
Era siempre realizado con la mano derecha aunque de distinta manera, ya que al principio lo hacían con un sólo dedo signando la frente, la boca y el pecho.
Esto se llamaba 'la pequeña cruz'.
Luego se persignaban tocando con la mano la frente, el pecho, el hombro izquierdo y después el derecho.
Hacerlo de arriba hacia abajo es en referencia a la Encarnación de Cristo, bajando de Dios Padre a la Tierra, y de izquierda a derecha simbolizando la Redención, desde los sufrimientos de la Pasión
hasta su Ascensión a la derecha del Padre.
Con el tiempo comenzaron a poner tres dedos juntos (simbolizando a la Santísima Trinidad), y los dos dedos restantes los apretaban contra la palma (como símbolo de la doble naturaleza de Cristo, divina y humana).
Así fue evolucionando hasta llegar a nuestro tiempo.
En el día de hoy algunos también se besan la pequeña cruz formada por el pulgar puesto sobre el índice doblado, y al mismo momento dicen Amén, siempre luego de finalizar los dos movimientos antes señalados (vertical y horizontal), realizados en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo respectivamente.
Y es que, como el propio Señor Jesucristo dijo:
- El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame - (Mc 8,34).
Por eso, para poder seguirlo, es necesario que tomemos nuestra cruz, es decir, nuestras desgracias o sufrimientos, nuestros dolores y pruebas, nuestros problemas familiares y debilidades, y todo lo pongamos en Dios.
Pero no con una mentalidad masoquista ni conformista, sino con una actitud de confianza absoluta en su mano y protección sobre nosotros...
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elementos de poder en
TAROT DE MáXIMO
fuente: catholic.net
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