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Taro-efeméride: El Neoplatonismo - LA MISMA FILOSOFÍA QUE EN LAS CARTAS




En la Alejandría (Egipto) del siglo III, en el contexto intelectual del helenismo tardío de la época romana, se definió un sistema filosófico que fue enseñado en diferentes escuelas hasta el siglo VI.

Es la última manifestación en la Antigüedad del platonismo (Platón, Academia de Atenas), y constituye una síntesis de elementos muy distintos, además de los platónicos, con aportes de las doctrinas filosóficas de Pitágoras, Aristóteles o Zenón, unidas a las aspiraciones místicas de origen oriental (hinduista o judío).

En la Italia del siglo XV (especialmente en la Florencia de los Medici), en el contexto intelectual del humanismo renacentista, se volvió a recuperar esta tradición, frente al Aristotelismo (o Neoaristotelismo) dominante en el Escolasticismo de la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna.

Esta fue también la época en que comenzaron a conocerse de forma abierta los primeros mazos de Tarot.

Entre los célebres filósofos más o menos platónicos eclécticos - que son considerados como los precursores de la Escuela Neoplatónica - los más importantes son Plutarco, Máximo, Apuleyo, Enesidemo y Numenio.

El último mencionado, que se desarrolló hacia el fin del siglo segundo después de Cristo, tuvo una influencia directa e inmediata sobre Plotino, el primer neoplatónico sistemático.

El punto de partida de Plotino es el de un idealista.

Para él la verdadera fuente de la realidad está sobre nosotros y no debajo.

Enseñó que hay tres dioses: el Padre, el Hacedor (Demiurgo) y el Mundo.

Estos se corresponderían con la existencia de tres realidades - o 'hipóstasis'- primordiales: el Uno, el Nous y el Alma.

En realidad el principio básico es siempre el Uno, mientras que las otras dos hipóstasis, y el resto de realidades, son derivadas.

Este Uno es indescriptible, ya que es la unidad, lo más grande, hasta tal punto que a veces el mismo autor lo denomina como Dios, único, infinito.

Como principio y última realidad, esta absoluta trascendencia hace que no existan términos para referirla.

Dios excede todas las categorías del pensamiento finito.

No sería correcto decir que es un Ser o una Mente.

Es el Super-Ser, la Super-Mente.

Los únicos atributos que le pueden ser aplicados propiamente son Bien y Uno.

Si Dios fuera solamente Uno, debería permanecer en su unidad indiferenciada por siempre, y no sería nada sino Dios.

Por eso también es Bien, y la bondad - como la luz - tiende a difundirse por sí misma.

Se trata entonces de la Unidad que funda la existencia de todas las cosas.

Ese es el centro de toda esta doctrina.

Plotino elude su explicación completa porque la considera imposible de comprender del todo, según la modalidad humana de conocer.

La siguiente hipóstasis a la que hace referencia es el Nous.

No hay una traducción adecuada pero algunos autores lo identifican con Espíritu, mientras que otros prefieren hablar de Inteligencia, mas esta vez no con un sentido místico sino intelectual.

Para explicar este Nous, Plotino parte de la semejanza entre el Sol y la luz.

El Uno sería como el Sol, y la luz como el Nous.

La función del Nous como luz es la de que el Uno pueda verse a sí mismo, pero, como imagen del mismo, también es la puerta por la que nosotros podemos vislumbrarlo.

Plotino afirma que el Nous es observable simplemente aplicando nuestras mentes en dirección opuesta a nuestros sentidos.

Este concepto está tomado directamente de la noción dialéctica de La República de Platón, donde se dice que un proceso similar conduce a la visión de la Forma del Bien, aunque no del Bien mismo.

El Nous se puede - y muy probablemente se debe - entender como inteligencia pura.

Y es al mismo tiempo un derivado parcialmente diferenciado, porque es el mundo de las ideas, en el que están los múltiples arquetipos de las cosas.

De este Intelecto emana una imagen en la que hay una tendencia a la diferenciación dinámica, es llamada el Mundo-Alma, el lugar donde residen las fuerzas, como el Intelecto es el lugar donde residen las ideas.

Esta tercera hipóstasis, el Alma, es de naturaleza doble.

En un extremo está ligada al Nous y tira de él.

En el otro extremo se asocia con el mundo de los sentidos, del cual es creadora, o - mejor dicho - plasmadora.

Las fuerzas (una de ellas es el alma humana) que emanan de ella, por una serie de sucesivas degradaciones hacia la nada, llegan a ser finalmente materia, lo no-existente, la antítesis de Dios.

Todo este proceso es llamado Emanación o Flujo.

Por tanto Plotino considera a la Naturaleza como el resultado de una procesión que va hacia 'abajo', desde el Alma.

Para adquirir la Gnosis (conocimiento) el ser engendrado se esfuerza en ascender hacia la perfección de la que emana.

Todo viene del Bien y tiende hacia el Bien.

Así como el Uno, Dios, se describe como luz, la materia se delinea como oscuridad.

Por eso la materia es, para Plotino, esencialmente lo opuesto al Bien: es el mal mismo y a la misma vez la fuente del mal.

Es irrealidad, y donde está presente, no sólo hay una falta de bondad sino también una falta de realidad.

Dios es el único que está libre de materia; Él es tan sólo Luz; sólo Él es plenamente real.

Por doquier hay parcial diferenciación, parcial oscuridad, parcial irrealidad: en el intelecto, en el Mundo-Alma, en las almas, en el universo material.

Dios, lo real, lo espiritual, es contrastado con el mundo, lo irreal, lo material.

Mientras que es lo único nouménico, todo lo demás es apariencia, o fenoménico.

El hombre, estando compuesto de cuerpo y alma, es parcialmente como Dios, espiritual, y parcialmente como la materia, lo opuesto a lo espiritual.

Es su deber intentar retornar a Dios eliminando de su ser, sus pensamientos y sus acciones, todo lo que es material y tiende a separarlo de Dios.

El alma viene de Dios.

Existe antes de su unión con el cuerpo, aunque su sobrevivencia después de la muerte sea difícil de probar.

Retornará a Dios por medio del conocimiento, porque lo que la separa de Dios es la materia y las condiciones materiales, que son sólo ilusiones o apariencias engañosas.

El primer paso es el acto por el que saliendo del mundo sensorial por un proceso de purificación (catarsis), se libera por sí misma de la trama de la materia.

Luego, habiéndose retirado dentro de sí misma, el alma contempla en sí el Intelecto interior.

De la contemplación del Intelecto interior, alcanza la contemplación del Intelecto superior y, desde éste llega a la contemplación del Uno.

No puede, sin embargo acceder a la última etapa sino por revelación, que es un acto libre de Dios, que esparce a su alrededor la luz de su propia grandeza.

Osea que para que el Alma se una al primer principio, es preciso que supere el pensamiento, y que - por el éxtasis - se confunda con Dios y pierda toda consciencia de sí misma.

Plotino estaba convencido de haber llegado, dos o tres veces en su vida, a esa unión íntima con la más alta hipóstasis...




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