A simple vista no parece más que un rústico tambor.
Para los turistas es casi un recuerdo obligatorio de su paso por el sur.
Pero en realidad es bastante más que un membranófono, con membrana atada, de golpe directo, semiesférico (como el timbal), e independiente.
El kultrun es un dispositivo ceremonial, el más importante de la cultura mapuche (mapu-che, 'gente de la tierra', etnia aborigen sudamericana que habita el sur de Chile y al suroeste de la Argentina), utilizado por el o la machi - que es como llaman a sus chamanes, mezcla de oráculos, consejeros y sanadores - para los rituales religiosos y culturales, así como durante la rogativa del ngillatun, rito anual de fertilidad.
Kult significa 'instrumento', y trun 'eco' , 'sonido '.
El sonido que de él emana permite a los machis entrar en trance durante su invocación y contacto con las divinidades que pueblan el intangible, pero sin embargo muy patente, mundo espiritual mapuche.
Se ejecuta de dos maneras: sostenido en la mano y percutido con una baqueta (palo delgado y largo) o apoyado en el suelo y percutido con dos baquetas.
Su vientre resonador tiene el perfume y las voces misteriosas de las maderas con que fue tallado (canelo, laurel, lenga o lingue) cortadas en invierno para que no se partan.
Y se construye ahuecando el tronco hasta darle a la caja de resonancia la forma de un cono abierto o cóncavo, es decir como si fuese un fuentón.
Allí se depositan otros elementos simbólicos, como semillas o un puñados de tierra para la fertilidad, cereales para la abundancia, monedas para la prosperidad, y yerbas medicinales para la buena salud.
Posteriormente, se le adhiere un parche de cuero de cordero o caballo cubriendo la boca, tensado con ataduras también de cuero, abrazando el cuerpo del tambor.
En la cosmovisión mapuche, su forma semi esférica evoca a la mitad del universo o mundo.
Por eso en su parche se encuentran representados, por dos líneas a manera de cruz, los cuatro puntos cardinales - que son los poderes omnipotentes de Nguenechén (Dios) - y las tres líneas en que se vuelven a fraccionar en los extremos aluden a las patas del choyke (ñandú), el ave totémica del pueblo.
Dentro de los cuatro espacios que surgen, se suelen dibujar los símbolos de las estaciones.
Así, cuando el o la machi participa del ngillatun, siempre alrededor de un rewe (altar totémico de madera) toca su kultrun y baila el choyke (imitación de la danza de apareamiento del ave que lleva el nombre), entrando en comunicación con las fuerzas propias de la naturaleza.
Y es entonces que agradece, pide, ruega e implora a Nguenechén para que los espíritus del wenu mapu (el bien) derroten y se impongan sobre los del minche mapu, que es a lo que esa tradición identifica como a la mismísima encarnación del mal...
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elementos de poder en
TAROT DE MáXIMO
imagen: Instituto Indígena
(institutoindigena.cl)