Aunque a primera vista parece un espejismo, sin duda no lo es.
Y es que las enormes dunas que emergen kilómetros al sur de la ciudad de Dunhuang - en la provincia de Gansu, en China - rodean un pequeño lago con forma de medialuna que ha sabido ser el sostén para la supervivencia de un curioso complejo que albergó a los viajeros ya desde los albores del desierto de Gobi.
Este lago, que lleva milenios intacto, es un verdadero milagro.
También conocido como Lago Crescent (aquí la parte le da nombre al todo, por su perfil en forma de luna creciente) en el lugar se levanta también una construcción ancestral que - por haber formado parte de la célebre Ruta de la Seda - fue en el pasado escenario de épicas empresas, y hoy por eso lo es - según afirman sus visitantes - de numerosos fantasmas.
Pero pese a que sus propias condiciones naturales han permitido la supervivencia de este paraíso a través de los siglos, ello no impidió que el Yueyaquan perdiese algo de caudal, lo que obligó a las autoridades a - comenzando en el 2006 - extremar los cuidados sobre todo el conjunto.
Felizmente su profundidad y tamaño han estado creciendo ininterrumpidamente desde entonces...
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