Si le angustia y le tortura el pensar en la infancia, en la sencillez y quietud que con ella van enlazadas - porque usted ya no sabe creer en Dios, que está presente en todo ello -, pregúntese entonces a sí mismo, querido amigo, si es que de veras ha perdido a Dios.
No será más cierto que nunca lo ha poseído aún?
Pues, cuándo habría podido ser?
Cree usted que un niño pueda tenerle a Él, a quien sólo con gran esfuerzo logran llevar los que ya son hombres, y cuyo peso doblega a los ancianos?
Cree usted que si alguien lo poseyera de verdad, podría jamás perderle como se pierde una piedrecita?
No le parece más bien, como a mí, que quien lo poseyese, ya sólo podría ser perdido por Él?
Ahora bien: si usted reconoce que Él nunca se halló en su infancia, y que antes tampoco fue; si llega a sospechar que Cristo fue deslumbrado por su inmenso anhelo, y Mahoma engañado por su gran orgullo; si con espanto siente que tampoco ahora está presente, en este mismo instante en que de Él estamos hablando, con qué derecho pretende entonces echarlo de menos, a Él que nunca fue, como a un ser que hubiese pasado y desaparecido?
Y qué le autoriza a buscarlo como si se hubiera perdido?
Por qué no piensa más bien que Él es Aquél que aún ha de venir, el que desde hace una eternidad está por llegar: El Venidero, fruto supremo de un árbol cuyas hojas somos nosotros?
Qué le impide proyectar Su nacimiento hacia los tiempos por venir?
Y qué le priva de vivir su propia vida, como se vive un día doloroso y bello en la larga historia de una magna preñez?
No ve cómo todo cuanto acontece es siempre un comienzo?
Y no podría ser esto el principio de Él, ya que todo comenzar es en sí tan bello?
Si Él es El Más Perfecto, no ha de precederle forzosamente algo menos grande, para que Él pueda elegir su propio ser de entre la plenitud y la abundancia?
No debe Él ser El Último, para poder abarcarlo todo en sí mismo?
Qué sentido tendría nuestra existencia si Aquél a quien anhelamos hubiera sido ya?...
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irreflexiones desprogramadoras en
TAROT DE MáXIMO
fuente (extracto literal): Cartas a un joven Poeta,
de Rainer María Rilke