La canela, una de las especias más apreciadas, proviene de la corteza de un árbol muy frondoso originario del antiguo Ceilán, hoy Sri Lanka.
Es una madera dulce y deliciosamente aromática, que se utiliza tanto en la cocina como para elaborar jabones, perfumes y aceites tónicos y picantes.
En pos de la canela fue que se descubrió América, ya que uno de los principales motivos del viaje de Colón era encontrar una ruta segura para el comercio tanto de esta como de otras especias.
De hecho, durante la conquista del Perú, la búsqueda de la canela llevó al descubrimiento del gran río Amazonas.
Incluso en la Biblia se la cita como perfume y símbolo de sabiduría, y los griegos la utilizaban para combatir la fiebre, además de aprovecharla como condimento.
Porque la canela llegó a Occidente proveniente de la India, a través de Etiopía y Arabia, de donde pasó a Alejandría y luego a Grecia y a Roma.
Con la decadencia de Grecia, su monopolio pasó a manos de los venecianos y luego de los portugueses, de los holandeses y de los ingleses.
En cuanto a la magia, desde tiempos remotos se la ha utilizado en los hechizos para la pasión, pues ella puede llevar a quien la utilice hasta los límites de la razón, renovando totalmente su energía sexual.
No en vano la papilla de avena con canela era considerada un tónico para las 'partes' femeninas (contra la esterilidad) y las masculinas (contra la impotencia).
Pero tanto comida como olida, untada, quemada en incienso o bebida en tisana, siempre traerá gratos resultados.
Y una de las formas más simples de contactar su poder es a través de esta simpatía de atracción.
* necesitarás:
- un pedacito de canela en rama
- una cucharadita de miel
- una hoja de albahaca
- un pequeño recipiente (del cualquier material)
- y un poco de tu perfume más personal, con el que mejor te sientas.
* procede así:
- Luego de que tengas todo a mano, simplemente añade el perfume al resto de los ingredientes y mézclalos con la mano.
- Para cuando te hayas decidido a salir, colócate un poco de esa mixtura en las zonas usuales, y disponte a comprobar como llamas la atención.
Eso sí, que sea una cantidad muy mínima, casi imperceptible, no sea que se te vaya la mano, y termines atrayendo a demasiada gente...
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