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Manual de crecimiento: Sodoma y Gomorra - HOMOSEXUAL EN TIEMPOS BÍBLICOS




El episodio de Sodoma explicado en el capítulo 13 del libro del Génesis ha sido utilizado largo tiempo ha para justificar la reprobación y la condena de la homosexualidad.

A cuenta de las reformas legislativas que se han puesto en marcha - o tienen previsto hacerlo en muchos países - para la regularización de las uniones entre homosexuales, ya sea en forma de uniones civiles o de matrimonio, su tratamiento ha sido aún más discutido recientemente.

Peregrino Reformado es un ministerio evangélico reformado y conservador, con sede en Barcelona (España).

Nunca hemos ignorado lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad, y es por ello que vamos a tratar las principales objeciones que proponen aquellos cristianos que consideran que la homosexualidad está condenada en la misma.

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Sodoma y Gomorra - Cuál es el pecado?
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Según una interpretación del texto de Génesis 19:1-13 Dios destruyó Sodoma porque todos sus habitantes quisieron tener relaciones sexuales con los ángeles que se hospedaron en la morada de Lot.

De aquí se deduciría que Dios desprecia y condena la homosexualidad.

Pero si leemos y analizamos detenidamente el texto, podremos apreciar los matices que esta interpretación no tiene en cuenta.

Los habitantes de Sodoma no sólo quieren "conocer" (eufemismo hebreo para referirse a tener relaciones sexuales), sino que quieren violar o tener relaciones sexuales sin consentimiento con los huéspedes de Lot.

El versículo 9 nos confirma que la intención de los perversos no era otra que hacer el mal: «ahora te haremos más mal que a ellos» (Génesis 13:19b) le dijeron a Lot, tras negarse a proporcionar a sus tres ángeles a la turba.

Pero aquí no acaban los actos malvados de los oriundos de Sodoma.

Si la violación de una persona, sea cual fuere su sexo, ya es un acto muy grave y odioso a los ojos de Dios, se añade además que cometían este pecado contra extranjeros.

Al principio del primer libro del Pentateuco, cuando Dios castiga a Caín por matar a Abel, le dice:

«Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra» (Génesis 4:12).

Ser extranjero era sobrellevar una pesada carga: lejos de tu familia, lejos de los que hablan tu mismo idioma, con una cultura diferente…

Más adelante, tras proclamar la Ley, YHW reafirmó que «[…] al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto» (Éxodo 22:21).

A los ojos de Dios la violación es un pecado muy grave, pero la violación a un extranjero es un pecado gravísimo.

Y si es todo un pueblo el que lo ejerce, es un pecado que clama al Cielo.

Parece, por lo tanto, razonable creer que hay indicios para creer que no es la homosexualidad el pecado por el que fue destruido Sodoma y Gomorra, sino la violación y la inhospitalidad con los extranjeros.

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Y qué dice el resto de la Biblia?
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El profeta Ezequiel afirma, hablándole a Jerusalén que:

«He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso» (Ezequiel 16:49).

Jeremías, por su parte, en una alocución sobre los falsos profetas, sentencia:

«[…] en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra» (Jeremías 23:14).

El Señor Jesús, en el evangelio según san Mateo, nos dice:

«Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad» (Mateo 10:14-15).

Lucas, citando al Señor, en referencia a la venida del Reino, afirma que:

«Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste» (Lucas 17:28-30)

El Apóstol Pedro, en su segunda epístola, habla del pecado de Sodoma de la siguiente manera:

«[…] y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío» (2 Pedro 6:10).

Por último, san Judas hace un pequeño comentario:

«como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno» (Judas 1:7).

En el resto de la Biblia, como hemos comprobado, no se relaciona la destrucción de Sodoma con la homosexualidad, sino con la inhospitalidad (Ezequiel, Mateo), la fornicación y la mentira (Jeremías), el abandono de Dios (Lucas) y la concupiscencia (Pedro).

Algunos podrán aludir los "vicios contra naturaleza" del que habla Judas en su epístola como alusión a la práctica de la homosexualidad.

Ahora bien, esta traducción de la versión más utilizada por los cristianos de habla española (Reina Valera 1960) es incorrecta, siendo los vocablos utilizados en el original griego para "vicio contra naturaleza" ἕτερος σάρξ ('heteros sarx') o "carne diferente".

En el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva se afirma en una nota a este versículo:

"Diferente. Es decir, no humana, sino de ángeles" (página 952).

En la Reina Valera versión 1909 se traduce como "habían seguido la carne extraña" , en la Reina Valera vesión 1979 de Stampley se traduce también como "carne extraña”.

En la Reina Valera del año 1977 de Clie se traduce como "vicios contra naturaleza", pero en una nota se aclara que la traducción literal es "carne diferente".

La Biblia de las Americas lo traduce como "carne extraña".

Por lo tanto, la evidencia nos dice que se alude a las relaciones sexuales con los ángeles, y no a "vicios contra naturaleza", algo que algunos podrían querer relacionar con la homosexualidad.

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La Creación - No una enumeración
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Génesis 2:23-25 es un pasaje muy citado por los críticos de la homosexualidad.

En él se afirma que Eva fue hecha a partir de una costilla de Adán y que el hombre dejará a sus padres para ser una sola carne con su mujer.

El autor de este pasaje tiene como objetivo explicar qué es la Creación y cómo se ha perpetuado la especie humana.

Para ello, nada más adecuado que explicar que Adán y Eva se unieron en una sola carne y tuvieron hijos.

Esto no quiere decir que el hombre sólo pueda unirse a una mujer, dado que en el texto no se aprecia ningún vocablo que indique esta exclusividad.

Importantes personajes que aparecen en la Biblia fueron solteros, célibes o incluso polígamos.

Estos tres estados no se nombran en este pasaje, y no por ello, a excepción del último (que, en el Nuevo Testamento, es desterrado), son pecaminosos a ojos de Dios.

De la misma manera sucede con la homosexualidad: el objetivo del texto no es enumerar todos los tipos de estados de las personas, sino explicar cómo Dios creó al hombre y como este se reproduce.

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Levítico 18:22 y 20:13 - Un tema de interpretación
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«No te echarás con varón como con mujer; es abominación»

«Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre»

Las condenas bíblicas normalmente quedan claramente delimitadas y expresadas.

Así, por ejemplo, se refiere el Levítico al sexo con animales:

«Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión» (Levítico 18:23).

En cambio, los mandatos precitados no parecen indicar con tanta precisión al sexo homosexual.

En los dos textos se repite «con varón como con mujer».

La clave de la recta interpretación de estos dos versículos reside en la correcta apreciación de esa aclaración.

Según se puede entender de la interpretación literal, los dos mandatos prohíben que un varón tenga sexo con otro varón de la misma manera que lo hace con una mujer, por lo que todos los actos sexuales que se consideren que degraden al otro varón, hasta el punto de ser como una mujer, estarían prohibidos.

Estos actos incluirían la violencia o, según algunos intérpretes, el sexo anal, dado que el varón pasivo según la concepción de la época sería el débil y degradado, esto es, el de-masculinizado.

Desconocemos también la orientación sexual de las personas a las que se refiere.

Por lo tanto, sería incorrecto pensar que este mandato sólo se dirige a las personas homosexuales y no al resto de las personas con otra orientación sexual.

Por lo tanto, el Levítico prohibiría las relaciones sexuales que los varones tienen con otros varones, teniendo estas como consecuencia la degradación de los compañeros sexuales, en particular si los des-masculinizan.

Por ello, no se estarían prohibiendo las relaciones sexuales que responden a una expresión de amor y que se deleitan en la masculinidad – y, por lo tanto, no lo feminizan - del otro varón.

Además, en el Levítico hay una serie de mandatos ceremoniales que ningún cristiano en la actualidad cumple.

Entre otros, podemos encontrar los relacionados con los animales limpios e inmundos (Levítico 11), la purificación de la mujer tras el parto (Levítico 12), las leyes acerca de la lepra (Levítico 13 y 14) y las impurezas físicas (Levítico 15).

La Ley moral, dentro de la cual se encuentran los mandamientos de Dios, como principios eternos, sirven para regular la vida de santidad del cristiano, pero - debido al cumplimiento en Cristo de la Ley ceremonial y las leyes particulares de santidad del pueblo Israel (consistentes en apartar a Israel del resto de los pueblos) - no podemos considerarnos sometidos a la Ley como norma para alcanzar salvación, tal y como se dice en Gálatas 3:19-27:

« De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos »

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Epístola del Apóstol Pablo a los romanos - El texto polémico
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« Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen» (vv. 24-28).

Pablo escribía a una iglesia que se encontraba en el epicentro de la perversión sexual: la ciudad de Roma.

El Imperio se caracterizaba por una agresiva bisexualidad donde los participantes no tenían relaciones sexuales según su naturaleza (o instintos), sino que era una forma de dominar al otro (u otros) participantes.

De esta manera, era muy común que hombres casados con mujeres y cuya orientación heterosexual no pondríamos hoy en duda, tuvieran relaciones sexuales con hombres a fin de humillarlos y sentirse superiores.

Estas prácticas son las que condena el Apóstol, y no las prácticas que, de acuerdo con la naturaleza de los participantes, están basadas en el amor y el respeto mutuo.

Pablo se refiere no a homosexuales, sino a aquellos que «dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros» (v. 27a).

La palabra traducida en la versión Reina Valera 1960 por natural es «φυσικός», esto es, «instintivo» o «disposición natural».

Por tanto, eran heterosexuales que fueron contra su naturaleza teniendo relaciones sexuales con otros hombres.

Los homosexuales nunca podrían haber reemplazado sexo con mujeres por sexo con varones.

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A los de Corinto y Timoteo - La importancia de las palabras
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« No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.»
(1 Corintios 6:7-11)

«Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.»
(1 Timoteo 1:8-11)

Las palabras griegas a la que corresponde la traducción «afeminados» y «los que se echan con varones» en la epístola a los Corintios, y «sodomitas» en la epístola a Timoteo, son «μαλακοι» («malakoi») en el primero y «αρσενοκοιται» («arsenokoitai») en los dos últimos casos.

La traducción, aparentemente, es unánime en todas las versiones bíblicas actuales, en cuanto a que se refiere a la homosexualidad; toda vez que varían sensiblemente los vocablos elegidos para expresar la misma idea.

Pero «Malakoi» significa literalmente suave, tierno o delicado (véase, por ejemplo, Lucas 7:25).

En las versiones de la Biblia de Tyndale (1534), Coverdale (1535) o Cranmer (1539) se traduce como débil de carácter (literalmente, «weaklinges»), mientras que en la Biblia de Ginebra (1557) se traduce como «licencioso».

Este vocablo se referiría, según la abundante literatura extrabíblica que lo utiliza, a la ropa cara y lujosa, a las grandes comilonas, a la decadencia moral y a la falta de coraje; a la vida de placer y a los varones mujeriegos.

En términos morales se refiere a todos los vicios relacionados con lo débil, que a su vez estaba relacionado en la Antigüedad con el sexo femenino.

O sea que «Malakoi» está relacionado con muchas actitudes y no se refiere necesariamente al sexo homosexual, sino que también puede referirse al heterosexual.

En «El simposio» de Platón, donde Aristófanes relata el origen de los tipos de amor (hombre-hombre; hombre-mujer; mujer-mujer) se toma de forma natural que el amor hombre-hombre es el más «masculino».

En el diálogo sobre el amor de Plutarco, se afirma que los hombres que se enamoran de las mujeres demuestran su femineidad (literalmente, «malakia»), y que el amor de las mujeres es no-masculino (literalmente, «anandrois»).

Casos similares se dan en «Asuntos del corazón» del Pseudo-Luciano.

El hombre que aboga por el amor de las mujeres es presentado como femenino: es hábil con el maquillaje, presumiblemente, según afirma el autor, para atraer a las mujeres, ya que es lo que a ellas les gusta.

«Malakoi», por lo tanto, se utilizaba también para denominar a los varones a los que les atraían mucho las mujeres.

No hay evidencia de que se refiera específicamente al sexo homosexual; sino a una gran cantidad de actitudes que incluyen también al amor a las mujeres.

Esto, por lo tanto, no quiere decir que el sexo homosexual, o el heterosexual, sean considerados «malakoi» por sí mismos; pero sí pueden llegar a considerarse en función de la actitud que tome cada una de las partes: en el sexo homosexual, de sumisión absoluta y en el heterosexual, cuando el varón se comporta como una mujer para atraer al sexo femenino.

Y  «Arsenokoitai» se traducía, en las primeras traducciones de la Reforma, como «abusadores de sí mismos con el género humano» (literalmente, «abusars of themselves with the mankynde») (Tyndale 1534) o «mentirosos con el género humano» (Rheims, 1582).

A partir de la aparición del concepto moderno de orientación sexual, una curiosa transmutación se dio en la traducción de este vocablo.

Las traducciones empezaron a volcar esta palabra como «pervertidos sexuales» (NVI); algunas versiones iban incluso más allá, uniendo «malakoi» con «arsenokoitai» y traduciéndolos como «pervertidos homosexuales» (New English Bible, 1970).

Desafortunadamente, tenemos pocas referencias extrabíblicas que utilicen esta palabra, por lo que concluir que su significado es «homosexual» es muy aventurado.

Las únicas fuentes fiables conocidas muestran que este vocablo se utilizaba para con las personas que explotaban a otras mediante sexo, sin ser necesariamente sexo homosexual, y con explotación económica.

Es frecuente encontrar esta palabra en listados de vicios relacionados con la economía y la explotación: «No robes semillas […] no arsenokoiten […] no oprimas al hombre pobre» (Sobre la justicia, Oráculo de Sibilino).

En los Hechos de Juan (siglo II) se utiliza junto a pecados económicos como deleitarse con la riqueza, el robo o la estafa.

Otro escritor del segundo siglo, Teófilo de Antioquía, en «A Autólico» facilita una lista de vicios.

Primero enumera los pecados sexuales (adulterio y fornicación o prostitución).

A continuación, delitos económicos: robar, saquear y defraudar.

El sexto vicio económico es «arsenokoités».

El siguiente grupo incluye emociones incontroladas: ira, envidia o celos, entre otros.

El autor no incluía este vocablo dentro de los vicios sexuales, sino de los económicos.

Por último, en la Epístola a Timoteo, es utilizado junto a «pornoi» (prostitución), un tipo de explotación económica por sexo.

Por tanto, podemos afirmar que el vocablo «arsenokoitai» tiene relación con algún tipo de explotación económica (seguramente, relacionada con la prostitución) más que con la homosexualidad.

Tiene sentido que Pablo se refiriese a los «afeminados» y a los «mentirosos con el género humano», tal y como se tradujo en la versión de Rheims de 1582 el vocablo «arsenokoitai», como pecadores en sus epístolas.

Y es que lo que él llamaba afeminados eran personas que se idolatraban a sí mismas, que se vestían con ropas lujosas y les gustaba disfrutar de grandes banquetes.

Violaban el Primer Mandamiento, que nos instruye a adorar sólo a Dios.

Y los mentirosos con el género humano, que muy probablemente explotaban a sus congéneres por razones económicas, no amaban a su prójimo, y por tanto, tampoco amaban a Dios.

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Conclusión - El amor no hace mal al prójimo
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La Biblia relaciona la destrucción de Sodoma con la inhospitalidad, la fornicación y la mentira, el abandono de Dios y la concupiscencia, pero en ningún caso habla de homosexualidad.

No es, por tanto, posible condenar la homosexualidad en base al episodio de Sodoma, toda vez que no habla de relaciones homosexuales consentidas entre dos adultos.

El pasaje del Génesis sobre la Creación no tiene como objetivo enumerar todos los tipos de estados que existen, sino únicamente explicar la Creación y su perpetuación.

No se nombran muchos estados que fueron o son permitidos por Dios, y nadie los condena pese a esto.

La homosexualidad, igual que la soltería y el celibato, no es nombrada, pero no se deduce de este hecho su condena, dado que no se afirma que el hombre sólo se pueda unir a su mujer, sino que se explica el caso general, más numeroso y el único que permite perpetuar la especie.

Los mandatos del Levítico que comúnmente se relacionan con la homosexualidad no prohíben todos los actos sexuales entre varones, sino sólo aquellos cuya consecuencia es la de-masculinización.

Además, y fruto del Nuevo Pacto, los cristianos no tenemos la obligación de obedecer los mandatos de la ley de carácter ritual o purificador, como la circuncisión u otros aspectos mandatarios del Levítico, como las condenas a los leprosos o la prohibición de acostarse con mujeres con flujo; de la misma manera ocurre con las instrucciones que comúnmente se han relacionado con la homosexualidad.

Por su parte, en el fragmento comprendido entre los versículos 24 y 28 de la Epístola de Pablo a los Romanos, el Apóstol no condena la homosexualidad; más bien condena la lujuria y los excesos, de acuerdo con el Primer y el Séptimo Mandamiento, y a aquellos que van contra sus instintos y naturaleza.

Para ello utiliza los vocablos «ἐπιθυμία» (concupiscencia, deseo, lujuria) en el v. 24, «σεβάζομαι» (adorar) en el v. 25, «πάθος» (concupiscencia) en el v. 26 y «ἐκκαίω» (arder) en el v. 27.

Así pues, el Apóstol también critica los actos sexuales (homosexuales y heterosexuales) lujuriosos y aquellos actos que no son consecuencia del amor, sino de la lujuria y de la codicia.

Tampoco se puede condenar a los homosexuales en base a los versículos de sus epístola dirigida a los cristianos de Corinto y Timoteo, porque el Apóstol no se refiere a dos personas que se aman y se respetan; sino a las personas que no aman ni respetan.

«Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.» (Romanos 13:9-10)






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manual de crecimiento espiritual en
TAROT DE MáXIMO
fuente: Peregrino Refomado (peregrinoreformado.com)
imagen: The Burning of Sodom (Camille Corot)






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