Situado a unas 40 millas de Boston (EE.UU), la ciudad de Gloucester parece una postal.
Cuenta con pintorescos cafés, galerías de arte y librerías, mientras que el puerto rebosa de barcos.
Pero últimamente, la ciudad ha estado atrayendo la atención nacional por algo más que su popularidad como lugar de veraneo.
El 1 de junio de 2015, el departamento de policía de Gloucester comenzó un programa piloto en el que cualquier adicto opioide puede entrar en la estación de policía en cualquier momento, entregar sus drogas y parafernalia relacionada, y no ser arrestado.
No se rechaza a nadie, independientemente de sus ingresos, de dónde son, o el seguro que tengan.
Desde entonces, muchas personas se han aprovechado de la nueva iniciativa y ahora están en rehabilitación.
Aunque la mayoría de los que han entrado en el programa son de Massachusetts, varios de ellos han viajado desde fuera del estado, incluyendo una persona que llegó de Nueva Jersey, y otro que voló desde California.
- Tratamos de asistirlos a todos tan rápidamente como sea posible -, dice Leonard Campanello, el jefe de la policía de Gloucester.
- No en horas o días, sino en el acto -.
Cuando llegan a la estación en busca de ayuda, se les asigna un 'ángel', alguien cuyo deber es estar simplemente a su lado, y tomar su mano mientras se crea un plan de tratamiento.
Felizmente son muchos quienes se han ofrecido como voluntarios para el programa, volviéndose una guía para los adictos, a través de todo el proceso.
- La mayoría de con quienes hemos trabajado han afirmado que tener a su ángel hizo la diferencia -, dice Campanello.
El departamento de policía se ha asociado con muchas instituciones de recuperación a través del país, incluyendo hospitales y farmacias, para proporcionar dosis gratuitas del fármaco Narcan (que permite revertir el efecto de los opioides), pues muchos de los afectados no tienen seguro de salud.
Cuando se le pregunta al jefe si él ha recibido una respuesta más personal en el programa, Campanello señala a una esquina de la mesa, que está cubierta con una gruesa pila de cartas de agradecimiento de todo el país.
Luego presiona el Play en su contestador automático, y este transmite las temblorosas voces - ahogadas por las lágrimas - de los padres de algunos de quienes están en el programa.
- Usted salvó la vida de mi hijo -, dice un hombre.
- No sé si usted es padre, pero si es así, estoy seguro de que sabe lo que esto significa para mí -.
Y es que Campanello - que sí es papá - ha trabajado en la policía durante 25 años, de los cuales 7 lo hizo como detective de narcóticos.
Fue entonces que su perspectiva sobre la adicción a las drogas cambió considerablemente.
- He pasado mucho tiempo analizando los datos, y la ciencia demuestra que la misma es una enfermedad, no un delito -, dice.
- Nadie empieza con una aguja en su brazo -.
Alex Doyle, co-propietario de la farmacia Conley de Gloucester, está de acuerdo.
- Nadie sueña con crecer para ser un adicto a las drogas - agrega por su parte...
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fuente: artíclo de Laura Kiesel para
The Guardian (theguardian.com)
imagen: Rob Dobi