Piñas - cocos de pino, conos, o estróbilos - es el nombre que se le da en botánica a las estructuras reproductivas femeninas de las coníferas.
Hay muchas razones por la que aparecen tantas imágenes de las mismas - con su característica textura dentada y espiral - adornando miles de edificios públicos y privados en distintas ciudades alrededor del mundo, más allá de su mera función decorativa.
Popularmente se las considera una representación de la prosperidad y la perpetuidad, no sólo en alusión a la abundancia con la que nacen en cada árbol, sino también por el hecho de que pueden aparecer incluso en la estéril estación invernal.
Como símbolo religioso del renacer espiritual, es frecuente encontrarlas en templos e iglesias católicas, quizás porque guardan relación con la presencia del pino en la época de Navidad, lo que a su vez es herencia de los elementos romanos del cristianismo.
Por ello tampoco es raro hallar en el centro del Patio de la Piña, en el Palacio de Belvedere del Vaticano, una hermosa y espectacular, esculpida en enormes proporciones, y custodiada por dos pavos reales, con una fuente de agua a sus pies.
Tanto la piña como los propios pavos reales (por su peculiar y deslumbrante comportamiento a la hora del cortejo) se relacionan semánticamente con la reproducción y el sexo, y por ende con la preservación de la vida misma, al igual que la fuente con agua.
Por ello a su vez se identifica también a estos conos vegetales con el tirso, un símbolo mitológico de inmortalidad y de vitalidad, inspirado en el báculo del dios clásico Dionisio (o Baco).
De origen egipcio o fenicio, tal bastón constituye en realidad una iconografía fálica, porque se trata precisamente de la gruesa vara - rematada por una piña - que era usada en los ritos un tanto lujuriosos del Antiguo Egipto.
De igual modo respecto a las similitudes del diseño natural de las piñas con la forma asumida por la llamada Flor de la Vida egipcia, la que se halló ornamentando la mayoría de las superficies de los ancestrales templos y palacios de aquella cultura.
Por otra parte, como emblema esotérico y ocultista que refiere tanto al conocimiento hermético como al llamado 'tercer ojo', no son ni más ni menos que una imagen de la célebre glándula pineal.
De ahí la relación de nombres: Pineal - pino.
Esta se encuentra entre los ojos y hacia el centro del encéfalo, a la altura de la frente, y por tanto es donde las religiones hinduistas y budistas ubican 'el ojo de luz o sabiduría'.
Teniendo en cuenta el nivel perceptivo de la propia planta - que da dos piñones (semillas) por cada una de las escamas de sus piñas, y las abre y cierra dependiendo de los niveles de humedad que registra en su entorno, para evitar que se estropee el grano cuando llueve mucho - tampoco es extraño que se haya elaborado tal alegoría.
Y desde el punto de vista de la tradición mágica, siempre se ha afirmado que es recomendable tenerlas con uno para llegar a la vejez con mucho vigor.
Pero también que una piña cogida a la mitad del verano (conservando aún sus semillas) y colocada cerca de la cama, es un objeto especial para favorecer el aumento de la fertilidad, provocando el deseo carnal.
Si se pretende purificar y limpiar una casa, lo ideal es esparcir unas cuantas por el suelo, con tal de alejar el mal, así como quemarlas durante los meses de invierno y así devolver cualquier hechizo, exorcizando el lugar de todo resto de energía negativa intrusa.
Además, libran de sentimientos de culpa injustificados (sobre todo los surgidos por temas sexuales, dada su relación con la amplitud y diversidad) y atraen la sustancia dinero al ayudar a focalizar en la copiosa fecundidad.
Qué más se les puede pedir?...
Junto a la piña descrita, en ocasión de mi más
reciente vista a la Ciudad del Vaticano
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elementos de poder en
TAROT DE MáXIMO