Desde la Edad Media, el espaldarazo ha sido el acto central en el rito de las ceremonias de iniciación que confieren la dignidad de Caballero a alguien.
Consiste en el toque de la espalda con la parte plana de una espada, por encima de los hombros del candidato.
El galardonado se arrodilla frente al monarca, quien luego de hacerlo por el hombre derecho, levanta la espada sólo ligeramente por encima de la cabeza del aprendiz, y la coloca sobre el izquierdo.
Entonces el nuevo Caballero se levanta y el rey o la reina lo presentan con la insignia de la Orden a la que haya sido incorporado.
Pero lo más importante del acto de llevar el arma de un lado al otro de la cabeza de la persona, es hacer de cuenta que se la está decapitando.
Y aunque eso parezca horrible, en realidad no lo es si se tiene en cuenta que desde las épocas más remotas se ha considerado a la cabeza como la sede del alma.
En vista de que en el código caballeresco también se la cree el imperio del verdadero ser, ello enfatiza el rol decisivo de la abnegación, y - como figurativamente ya no se contaría con donde colocar una posible corona - su igualdad respecto a los demás Caballeros.
O sea que en el fondo, quien se somete a tal acto, es sólo quien es realmente capaz de dejar de lado su propia y personal importancia, para poner su energía al servicio de la consecución y defensa del bienestar y amor hacia el prójimo...
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elementos de poder en
TAROT de MáXIMO
imagen: The accolade (El espaldarazo) Edmund Blair Leighton
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