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Oración a: Santa Inés de Roma (patrona de las adolescentes) - LIBRADNOS DE NUESTROS MALES




Cada 21 de enero se recuerda a la mártir Santa Inés, que a la tierna edad de 13 años subió al cielo, y es por tanto considerada la patrona de todas las adolescentes.

Su nombre - de 'Agnus' en latín - significa tanto 'cordero' como 'pureza'.

Vivió entre los años 291 y 304 en Roma.

De familia aristocrática,  sus riquezas y hermosura hacían que los jóvenes de las principales familias romanas rivalizaran por su mano, pero ya desde muy niña había sido prometida por sus padres con el hijo del prefecto imperial.

Sin embargo, rechazó el compromiso porque desde que tenía uso de razón se había consagrado a Cristo.

Entonces el frustrado pretendiente la denunció por ser cristiana, pues era la época de feroz persecución a los cristianos, decretada por el emperador Diocleciano.

Inés respondió que Jesucristo era demasiado celoso de su pureza para permitir que esta fuera así violada, pues él era su defensor y protector.

- Puedes - le dijo al juez - manchar tu espada con mi sangre, pero jamás podrás profanar mi cuerpo consagrado a Cristo -.

Así instada a renegar de su fe, se mantuvo de todas formas fiel y firme, lo cual la llevó al para ella peor y más cruel castigo: ser encerrada en un prostíbulo.

Se la mandó llevar inmediatamente al lupanar, y que se diera a todos libertad para abusar de ella a su gusto.

En aquel antro era expuesta desnuda para ser elegida por los clientes, pero milagrosamente el cabello le crecía tan rápido, que su cuerpo quedaba del todo cubierto.

Muchos jóvenes licenciosos, llenos de malos deseos, acudían al punto, pero la vista de la santa les producía tal terror, que no se atrevían a acercársele.

Cuando uno de ellos finalmente se resolvió a tratar de desflorarla, se quedó ciego en el intento, y la misma Inés con su oración logró - a pedido de los amigos de aquel - su milagrosa curación, que a su vez hizo que el muchacho se avergonzara de su pecado.

Entonces el gobernador ya estaba en el colmo de la ira al verse ridiculizado por una simple jovencita.

Como no podía doblegarla, terminó condenándola a muerte por decapitación.

El verdugo efectuó un último intento porque renegara de aquella fe, con tal de salvar su vida, pero Inés le dijo en voz alta:

- Injuria sería para mi esposo Cristo que yo pretendiera agradar a otro. Me entregaré sólo a aquél que primero me eligió. Qué esperas, verdugo? Perezca este cuerpo para que no pueda ser acechado por ojos que detesto -.

Todos lloraban, menos ella.

Todos se admiraban de que, con tanta generosidad, entregara una vida de la que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente.

Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aún dar testimonio de sí misma.

Pero resultó que lo consiguió porque el autor de la naturaleza es capaz de hacer que, las propias leyes naturales que él mismo implantó, puedan ser superadas...



ORACIÓN


Con luces celestiales brilla vuestro nacimiento,
Inés, portento de gracia,
libradnos de nuestros males.

Cuando oráis, en ese lugar,
aparecieron bellas flores,
que en campo hermoso de estrellas,
lo llegan a transformar,
los afectos virginales
publican de ciento en ciento,
Inés, portento de gracia,
libradnos de nuestros males.

Era la llave que abría al cielo,
vuestra oración,
y en ella en cierta ocasión,
os dio a su Niño María.

Al Niño quitáis la Cruz
por prenda más estimada,
en fe de que enamorada,
vivís niña, de Jesús.
Inés, portento de gracia,
libradnos de nuestros males.

Al cojo, al sordo, al tullido,
al manco, al mudo, al prisionero,
al patricio y extranjero,
sois remedio prevenido:

Sois en males corporales,
eficaz medicamento,
Inés, portento de gracia,
libradnos de nuestros males.

Deja de hacer violencia,
el demonio al poseído,
y se retira rendido,
solo con vuestra presencia,
pues tal es vuestro poder,
para alejar malas influencias,
del maligno, de las magias,
malos ojos, malas lenguas,
y de hechizos que nos echan
algunas personas perversas,
que nos causan muchos males,
y afligen nuestra existencia.

Inés, portento de gracia,
libradnos de nuestros males.

Dios Padre amoroso
que eliges a los más débiles ante el mundo
para confundir así a los fuertes,
concédeme la gracia de ser como Santa Inés,
fiel al amor de tu hijo Jesús
que murió por nosotros en la Cruz,
fiel en lo mucho y en lo poco,
fiel en la alegría y en la tristeza,
fiel en el estudio y en la diversión.

Que nunca me aparte de ti y,
que por la intercesión de Santa Inés,
bajo el amparo protector de la Virgen María
me mantengas siempre alejado
de las ocasiones de pecado...

Amén




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TAROT DE MáXIMO



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