Uno de los elementos importantes en que se expresa el carácter paradójico de la naturaleza humana es el referido al sentido de la vida, que suele debatirse entre dos extremos: la existencia en sí misma y la existencia orientada a la trascendencia.
Resulta evidente que el ser humano no tiene otra forma de expresar su presencia que existiendo; sin embargo, lo que distingue a las personas - en cuanto a este aspecto - es el significado que cada cual otorga a su existencia, y en consecuencia, cómo decide vivir.
Hay personas que sobrevaloran el primer extremo.
Son quienes aprecian en demasía el tiempo y el espacio, el aquí-ahora, las condiciones materiales, la satisfacción inmediata, el confort, la moda, lo banal, la ausencia de compromisos de todo tipo, e incluso la popularidad.
Para ellas los conflictos, las privaciones, el sufrimiento, las responsabilidades y el sacrificio, son asuntos para otros, sin importancia, algo propio de la gente masoquista que gusta de pasar trabajo.
A este tipo de personas ni siquiera les preocupa su realización espiritual, lo único que en realidad pueden legarle a sus seres queridos, y a los demás en un sentido general.
Se las suele reconocer como 'superficiales' o 'frívolas'.
La frivolidad es, pues, una manera de ver y vivir la vida , y a la vez una actitud ante ella, caracterizada por la superficialidad, la inmediatez, la falta de legítimo amor al ser humano, la falta de genuinas motivaciones de autodesarrollo, la carencia de compromisos con otros, el egoísmo, la falta de voluntad para encarar los problemas, el concepto externalista de lo bello y lo bueno, y la pretensión ilusoria de que lo único importante en la vida es sentirse bien y vivir cada vez mejor y más cómodo.
La frivolidad, entonces, es por todo lo anterior, una pseudocultura, una forma de enajenación, un modo de vida que limita el desarrollo personal y la creatividad humana, un mecanismo que favorece el estancamiento social y afecta el hábitat natural del ser humano: las relaciones sociales.
En la actualidad es potenciada por tendencias culturales que destacan el valor de la belleza corporal, la fuerza física, el sexo y el erotismo como medios de triunfo y reconocimiento individual, el confort material, el consumismo, el relativismo ético e ideológico, la búsqueda directa y constante de placer, el snobismo y la subordinación a los dictados de la moda.
Así, esa pérdida de la esperanza, y la vivencia cotidiana en el sinsentido, en no pocas ocasiones conduce a la postura típica del avestruz, la de esconder la cabeza en la tierra!
Sólo que, en este caso, es la persona quien encuentra en la frivolidad un espacio para recrear sus sueños y realizarse, escapando de una realidad social que le es sumamente hostil y restrictiva.
Pero es un hecho innegable de que el ser humano y su existencia son inevitablemente complejos, y que aunque se pretenda, nunca podrá simplificarse.
Por eso las consecuencias de asumir la frivolidad como sentido de vida son altamente perjudiciales.
El conformismo, la renuncia al desarrollo pleno de las potencialidades humanas, a valores tan sagrados como el amor, la lealtad, la solidaridad, el sentido de la familia, la responsabilidad paterna y materna, la incapacidad para afrontar la vida y establecer relaciones sociales, los desajustes psicológicos y el suicidio como salida irracional, pero simplista, para poner fin al sufrimiento y la frustración, son sólo algunas.
Sabemos que la frivolidad es inherente a la vida humana, y que en pequeñas dosis, como la sal, tonifica nuestra existencia.
Pero equivocar el camino asumiendo la frivolidad como sentido de nuestra vida, es deteriorar su calidad y pretender distorsionar su naturaleza y fin...
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irreflexiones desprogramadoras de
TAROT DE MáXIMO
fuente: artículo de Roberto Morejón Rodríguez
publicado en Revista Vitral (vitral.org)